Ruedo ibérico - Artículos

Encuentro con Juan Goytisolo

Aránzazu Sarría Buil (Université Michel de Montaigne-Bordeaux 3)


La dimensión literaria de la obra de Juan Goytisolo no puede desligarse de su faceta crítica que cuestiona desde las herencias del pasado los derroteros de una realidad cultural venida a menos. (1) El rescate de la memoria que representa su obra, impregnada de autobiografía, supone echar una mirada a aquello que los forjadores del presente se empeñan en dejar atrás cubierto de olvido, o simplemente rodeado de ignorancia. Su figura representa hoy al eterno exiliado, ciudadano del tiempo y de la memoria que ha conseguido saldar la amargura del exilio en una única pertenencia, la del idioma. Reivindicado como única patria (2) , le va a permitir no sólo una salida airosa de la experiencia del exilio, sino una vivencia en el mismo a través de la escritura, lo que convierte sus publicaciones en herramientas enriquecedoras para el estudio del historiador.

El documento que presentamos es una entrevista realizada en París el 14 de enero de 1999 y concebida como material para la realización de una tesis doctoral sobre la revista Cuadernos de Ruedo ibérico (1965-1979), paradigma de la cultura de oposición de su época y tribuna de la izquierda tanto del interior como exiliada (3) . De una hora de duración, tenía por objetivo conocer algunos detalles de la participación del escritor en la revista, así como su opinión actual sobre la labor, incidencia y desaparición de la misma en pleno proceso de transición democrática.

Si bien la relación de Juan Goytisolo con la editorial Ruedo ibérico no escapa a la de un autor que desea publicar su obra, los lazos con la revista del mismo nombre adquieren otra dimensión. En primer lugar, porque en la creación de Cuadernos de Ruedo ibérico coadyuvó el pensamiento de los disidentes del PCE, Jorge Semprún y Fernando Claudín, militantes en cuya expulsión había incidido la publicación de un artículo del propio Goytisolo en el que planteaba las relaciones entre España y Europa. Pero además, porque para el escritor, la instrumentalización de este asunto por parte de la izquierda dogmática imperante en los sesenta se encuentra en el origen de una decisión personal llamada a consumar la divergencia de los senderos político y literario. La voluntad de alejarse de la tribuna política se reafirmará posteriormente durante la corta y azarosa experiencia de la revista Libre, cuya concepción y trayectoria resultan un buen ejemplo tanto del empeño en llevar adelante una publicación de marcado talante político como del alcance de las dificultades consustanciales que iban a acompañar la aventura de difíciles horizontes.

Pero veamos brevemente cómo se fueron entretejiendo los destinos de CRI y del escritor antes de presentar la transcripción del encuentro e incluir en último lugar tres documentos que recorren el pensamiento de tres décadas y que consideramos representativos de la relación entre ambos.

EL artículo de Juan Goytisoslo al que se le dio una utilización política en contra de los disidentes del PCE había sido publicado en el semanario francés L'Express el 2 de abril de 1964 con el título « On ne meurt plus à Madrid » (4) . En él se señalaba cómo el traído y llevado proceso de modernización superpuesto al aislamiento español desde 1939 había incidido en formulaciones y juicios erróneos por parte de los grupos y partidos republicanos. Así, durante años se había ahondado, desde un optimismo infundado y con la esperanza puesta en la revolución, en el desfase entre hipótesis y viejos esquemas por un lado, y realidades por otro, cuyo reflejo más flagrante habían sido las sucesivas reformas portadoras de una falta de madurez política: la defensa de una política de Reconciliación Nacional defendida desde 1956 y la convocatoria, abocada al fracaso, de la Huelga Nacional Pacífica del 59, ambas encabezadas por el Partido Comunista. Ante el vacío político se expresaba la confianza en las posibilidades de la fuerza dinámica de la sociedad española, que comenzaba a movilizarse durante la fase de crecimiento económico con la que se abría la década de los sesenta, y cuyos efectos se dejarán sentir en todas las clases sociales.

En el momento en que Juan Goytisolo escribe el artículo, la entrada de España en Europa ofrecía como saldo positivo la apertura de perspectivas económicas para la burguesía y la adopción de unas formas modernas de acción reivindicativa para el mundo obrero, por lo que, ante tales transformaciones con respecto a las condiciones sociales de principios de los cincuenta, abogaba: « Que la evolución iniciada no sea la que había sido prevista en 1951, 1956 o 1961, no es una razón suficiente para rechazarla o para hacer como si no existiera. Los análisis y los programas deben adaptarse a los hechos. No hay duda de que el cambio implica reconversiones morales, políticas, sociales, económicas o incluso estéticas. Pero debemos tener la inteligencia y el valor de afrontarlas. » (5)

Al escritor barcelonés exilado en París no se le escapaba la complejidad que envolvía la realidad española, marcada por la presencia y dominación de unos valores legitimados por el peso de la tradición y, al mismo tiempo, acosada por los ecos procedentes del exterior, portadores de cambios culturales propios de sociedades dinámicas, e introducidos con una rapidez inusitada. El énfasis en reclamar un proceso de transformación política y cultural que debiera acompañar el ya entablado de la integración económica no desdeñaba el papel que debía desempeñar el intelectual en tal tesitura: « Para nosotros, intelectuales, el distanciamiento de la perspectiva revolucionaria exige que reconsideremos desde ahora y seriamente nuestra actitud. Debemos dejar nuestra oposición teórica, integrarnos al proceso de evolución social, orientarlo, e intentar adelantar su curso. Sin abandonar las exigencias morales fundamentales, debemos adaptar nuestra táctica a un combate menos espectacular, pero sin duda más útil. » (6)

Pese a que los argumentos expuestos no fueran defendidos en su integridad por sus amigos comunistas Jorge Semprún y Fernando Claudín, el artículo fue utilizado por el Partido Comunista para expulsar a éstos del Comité Ejecutivo y suspenderlos del Comité Central, acusados de defender posturas tildadas de derechistas, derrotistas, socialdemócratas y antileninistas. Según la dirección carrillista, el artículo publicado en L'Express bajo la responsabilidad de los dos expulsados había pretendido dar publicidad a unas tesis revisionistas que a todas luces se revelaban como disidentes. (7)

Sin embargo, a pesar del cisma interno provocado en el seno del partido hegemónico de la oposición, y reflejado en su órgano Realidad, el esfuerzo por lograr esa adaptación de la táctica a un combate útil, solicitada en las líneas publicadas en L'Express, encontró ecos y visos de acción entre los proyectos de un José Martínez, director desde 1961 de la editorial parisina Ruedo ibérico, y ansioso de canalizar el trabajo y la energía en una acción concreta, útil y eminentemente política. En dicha tarea se materializarán las inquietudes de otros que habían ido dejando por el camino propuestas e ideas en el empeño de crear un instrumento válido donde la expresión de un pensamiento crítico y la creación artística pudieran campar a sus anchas.

Lejos quedaban las eternas discusiones centradas en la cuestión española, que habían arrastrado durante años afinidades, y trabado a fuerza de intrigas más de una enemistad. En el París de refugiados y buscadores ávidos de cosmopolitismo, y en torno a un RI con dificultades económicas y de funcionamiento, pero deseoso de éxito, se había ido cociendo ese caldo de cultivo necesario para poner en marcha y propulsar con entusiasmo un proyecto capaz de atraer pensamiento, esperanza, creación y crítica, con objeto de delegarlos periódicamente al conjunto de la oposición, consiguiendo así trastocar los inmóviles parámetros en los que estaba subsumido el exilio francés. (8)

De esta manera, la interpretación de la realidad española y la necesidad de reconsiderar la política de un partido monolítico, que habían constituido los motivos de la disidencia en el seno mismo del PCE, permitieron redefinir el exilio desde la tribuna de una revista que se adscribía a la disidencia del interior, apostando por la profundidad en los análisis de la izquierda y por un continuo cuestionamiento de las posibilidades y límites de la oposición. CRI nacía estableciendo una pluralidad política y una apertura a todo lo que significaba conciencia crítica y avanzada (9) . Desde sus primeros pasos fue la expresión de un pensamiento al que se pretendía reducir a la más pura heterodoxia bien desde las instancias de una cultura oficial censora y pacata, bien desde las esferas de poder de los partidos de una izquierda dogmática y obtusa. Si el interés por captar la realidad española contribuyó eficazmente a que la problemática en torno al país volviera al candelero, reforzando los lazos que amarraban la editorial al instante presente, con el desgaste, el constante reflujo del pasado le permitió echar raíces, dejando el futuro hipotecado, a la espera de poder rescatar de nuevo una España perdida y exenta de las nociones de tiempo y de espacio. (10)


París, 14 de enero de 1999
Rue Poissonière, 16:00h. (11)


A.S.: El caso de Juan Goytisolo supone una ventaja para el historiador que investiga sobre Ruedo ibérico, ya que su experiencia, contada a través de la literatura, resulta una fuente muy rica y reveladora. A lo largo de esta entrevista vamos a intentar dar respuesta a interrogantes que pese a su escritura se nos siguen planteando.

¿Cómo conoció a José Martínez y Ruedo Ibérico y cómo fue el primer encuentro?

J.G.: A José Martínez lo conocí desde mi llegada a París a fines del año 56 o principios del 57. Recuerdo que fue en el Café de Cluny, en el Boulevard Saint-Michel adonde él iba a menudo. Yo en aquella época frecuentaba más bien a la gente próxima al Partido Comunista. No tuve mucho contacto con él hasta el año 64 cuando, como he explicado en En los Reinos de Taifa, me vi envuelto en el asunto de la expulsión de Semprún y Claudín a causa de mi artículo de L'Express. Todo esto coincidió con la muerte de la madre de Monique Lange, y ella se vio muy afectada y decidió ir un año a Saint-Tropez. (12) Allí me invitaron a colaborar en Ruedo Ibérico y dije que, cuando regresara a París, lo haría con mucho gusto. Recuerdo que quien me escribió una carta pidiéndome que no colaborara en Ruedo ibérico fue Manuel Tuñón de Lara. En este momento ya no tenía ninguna razón para aceptar lo que me aconsejaba desde la órbita del PCE. Supongo que a partir del verano del 66 me puse en relación con ellos.

A.S.: La invitación fue entonces procedente de Jorge Semprún o de Fernando Claudín.

J.G.: Supongo que sí. Probablemente.

A.S.: El hecho de estar desencantado políticamente a causa del suceso de L'Express, ¿no le impedía aceptar esta invitación?

J.G.: Lo que decidí en aquel momento fue no escribir artículos políticos. (13) Creo que no me equivoqué demasiado en el diagnóstico del artículo, puesto que lo que venía a decir era lo que pasó: el régimen no iba a ser derribado por los movimientos de izquierdas sino por una dinámica económica que lo iba a arrinconar y volver caduco. Esto era una blasfemia y recuerdo que bastantes amigos me escribieron desde España criticándome esto. -¿Incluso desde España? -Sí, sí. Recuerdo una carta en este sentido de Carlos Barral; los únicos que manifestaron su apoyo a mi artículo desde España fueron Jaime Gil de Biedma y Gabriel Ferrater. Creo que la carta de Jaime se conserva, debe de estar en alguno de mis archivos. (14)

A.S.: ¿Ruedo ibérico era para usted una empresa puramente literaria?

J.G.: Yo sólo acepté colaborar en la sección literaria. No escribí ningún artículo político allí, sino que publicaba de vez en cuando ensayos, buscaba ensayos o textos literarios de otra gente, pero nunca tuve una responsabilidad política: era simplemente el consejero literario.

A.S.: ¿Cuál era el criterio para introducir los artículos en la revista?

Yo no tuve nunca ningún problema. Los entregaba y los publicaban.

A.S.: Según la correspondencia personal de José Martínez creo que usted es el único autor cuyos artículos, propios o ajenos, no eran supervisados por el editor, sino que pasaban directamente de su entrega en la oficina a la imprenta.

J.G.: En diferentes etapas, a causa de las crisis económicas, yo interrumpía mi colaboración, pero aún así Martínez fue el primer editor de El furgón de cola, y luego, en la última etapa, de Crónicas Sarracinas. (15)

A.S.:En cuanto a la participación en los Cuadernos de Ruedo ibérico ¿buscaba un equilibrio entre diferentes géneros?

J.G.: Yo estaba a la merced de los materiales y de los textos interesantes que llegaban a mis manos, porque a veces había gente que enviaba cosas que no alcanzaban el nivel que debían tener. Entonces no se publicaban. Yo entregaba lo que me parecía digno de ser publicado y en función de lo que me llegaba.

A.S.: Sin embargo, en las diferentes series se puede percibir un cierto equilibrio, aunque quizás con un predominio de la expresión poética. ¿No responde a ningún plan?

J.G.: Hubo algún caso de textos literarios que no los escogí yo, ahora no recuerdo exactamente. -Quizás algún ensayo sobre literatura.- No lo sé. Estaba mirando un poco la revista porque estoy enviando parte de mi biblioteca a Marraquech y quería hojearla. Creo que el único artículo político que publiqué fue en el otoño de 1975 con el título « Reinar después de morir ». (16)

A.S.: Es su último artículo en la revista y de lo último sobre literatura que aparece en los Cuadernos; porque en la última etapa, tras la muerte de Franco, la presencia de textos literarios disminuye. Quiero recordar que hay un texto sobre Vargas Llosa, que quizás también lo aportara usted.

J.G.: Supongo que también lo traje yo, porque en aquel momento pensábamos más o menos lo mismo, pero ahora no. (17)

A.S.: El año 75 supone una especie de corte para la revista que, tras pasar de una etapa política de antifranquimo cultural a un periodo de fuerte crítica contra el sistema capitalista, adopta una vía libertaria. ¿En la trayectoria literaria se puede también hacer una división por etapas o no necesariamente?

J.G.: Creo que no porque yo no actuaba conforme a un plan establecido sino en función de los materiales disponibles.

A.S.: Aunque insista en el carácter literario de su participación en Ruedo, buena parte de los materiales presentados contiene una importante carga política o al menos histórica. Recuerdo un texto de Toni Negri en torno al exilio donde habla de Leopardi diciendo que utilizaba la poesía como un bisturí con el fin de excavar en la historia, no sólo para recuperar el pasado sino, sobre todo, para inventar el futuro. En el caso de la producción literaria de Ruedo en la que se incluyen homenajes a Larra o a Cernuda ¿podemos también utilizar esta imagen?

J.G.: Cada persona escoge sus imágenes. La idea era intentar mostrar la actualidad de obras desconocidas o marginadas: creo que también salió algo de Blanco White. -Sí, dos cartas- Publicaba lo que no se podía publicar en España mostrando que había una continuidad dentro de la discontinuidad de la cultura española, en la que hay siempre escritores arrinconados que se expresan de una forma muy distinta a la literatura oficial. Quería subrayar la importancia de estos escritores, como, en el siglo pasado, Blanco White y Larra, y en este siglo, Luis Cernuda. (18)

A.S.: En relación a los acontecimientos que pudieran afectar tanto a la revista como al funcionamiento editorial, como fueron la detención en España de Luciano Rincón o el atentado que sufrió la librería en París (19) , ¿cómo incidían en su caso particular?

J.G.: Firmamos solidariamente la carta diciendo que el seudónimo de Rincón era el de todos nosotros como una forma de impedir que lo juzgaran a él puesto que la autoría, o la fechoría... era múltiple. Y en cuanto al atentado nos movilizamos todos. En aquella época yo iba bastante a la librería donde veía a Marianne (20) y al joven que trabajaba con ella y que hoy trabaja en la Unesco, José Martín Arancibia... no sé si ha hablado con él. El estuvo por lo menos en los últimos años en la librería trabajando con Marianne. Es una persona inteligente, capaz y él debe saber todo lo relacionado directamente con esta última etapa, ya que estaba en la librería.

A.S.: Con respecto al lector, ¿tenía algún conocimiento de por qué vías le llegaban los diferentes artículos literarios?

J.G.: A mí me enviaban artículos directamente. La mayor parte de las colaboraciones me llegaban a Rue Poissonnière, las leía, las seleccionaba y las presentaba.

A.S.: Eso por parte de los autores, y del lector ¿también recibía correspondencia? Me refiero a través de la sección Correo a la que se le reservaba alguna página en muchos de los números de la revista.

J.G.: En lo que respecta al lector, no recuerdo. Si es posible, pero no lo recuerdo.

A.S.: El interés en pensar en el público es, sobre todo, para intentar comprender la desaparición de la revista, elemento en el que insistiremos más adelante.

Cuando hojeamos la revista hay una gran presencia de América Latina. ¿La posterior creación de la revista Libre con una gran participación de autores latinoamericanos es un intento de completar posibles vacíos no saldados en Ruedo ibérico?

J.G.: Sí, Libre fue una inesperada oportunidad de publicar una revista exclusivamente dedicada a Iberoamérica; lo que pasa que murió por las razones que señalé en el capítulo IV de En los Reinos de Taifa, « El gato negro de la Rue de Bièvre ». En nuestro proyecto debía ser una revista consagrada esencialmente a Iberoamérica y no a España y más literaria que Ruedo, lo que pasa es que se mezcló el asunto Padilla. Entonces se politizó inmediatamente, pero el proyecto era mucho más literario que político. (21)

A.S.: Las circunstancias que conllevaron el fin de la publicación tienen un origen político, lo que establece un paralelismo con el caso de Ruedo.

J.G.: Sí, allí fue una crisis interna en la redacción, como lo expongo en En los reinos de Taifa. Pero los problemas internos de Ruedo yo no los conozco bien porque nunca formé parte del consejo editorial.

A.S.: ¿Cree que el hecho de que se presentara como una revista abierta, con capacidad de crear la polémica y el debate, y con la posibilidad de introducir diferentes discursos de la izquierda fuera el germen que llevara a su desaparición?

J.G.: En la línea política de Ruedo yo no intervine nunca; no quería hablar de política española y de hecho no volví a hacerlo hasta el año 75, con el artículo « In memoriam », dedicado al caudillo. (22) Los vaivenes de la revista y sus crisis, me llegaban cosas de oídas, pero yo me alejaba cuidadosamente de esto, porque estaba un poco harto. -¿Decepcionado quizás?- Era un poco de cansancio después de lo que había ocurrido con Realidad, la revista del PCE y la expulsión de mis amigos. Sentía y siento aún repugnancia al forcejeo político. Por eso me mantuve en un plano estrictamente literario.

A.S.: Cuando la interrupción de la revista era inevitable ¿cómo se le notificaba?

J.G.: Hablaba de vez en cuando de ello, me explicaban los problemas, pero nunca entré dentro de las causas. Seguro que Martín Arancibia conoce este asunto mejor que yo, porque me mantuve en el terreno estrictamente literario. Recuerdo que había artículos que me gustaban y otros que me parecían un poco delirantes, en el sentido de que no se ajustaban a lo que era yo veía que era la evolución de la realidad; pero no quise nunca intervenir.

A.S.: Pienso que se refiere, sobre todo, a partir de la década de los 70. En los Cuadernos hay una presencia importante de artículos en los que se intenta construir un partido revolucionario, creyendo en la posibilidad de la democracia y el socialismo. En realidad, la situación estaba ya bastante deteriorada y supongo que para muchos de ustedes ya no era una solución, sino algo inviable; que la democracia y el socialismo vinieran de la mano de España era impensable.

J.G.: De modo retrospectivo creo que perdieron el tren en el año 75, esta es mi impresión. Por otra parte hay que subrayar la falta de solidaridad de los editores y autores españoles. Ruedo ibérico fue en su momento el punto de referencia de toda la izquierda, pero sus autores, al ser publicables en España, optaron por otros editores de mayor difusión y ventas.

A.S.: Creo que es precisamente cuando llega el momento de la Transición cuando Ruedo ibérico presenta una particularidad con respecto a la oposición.

J.G.: Yo a veces me he planteado el problema: de haberse instalado inmediatamente en España, ¿no hubiese podido realizar los proyectos de izquierda que se hicieron posteriormente como El Viejo Topo, y algunos otros que también dejaron de funcionar a partir de un cierto tiempo a causa de la derechización de nuestra sociedad?

A.S.: Además de esta derechización desde el punto de vista político podemos hablar de una fuerte desmovilización social. En el momento de buscar responsabilidades sobre la desaparición de la revista ¿hasta qué punto se puede hablar de una responsabilidad social, del público, de los lectores habituales de la revista y finalmente, de una responsabilidad de la izquierda?

J.G.: Hacia el año 78 la gente dejó de interesarse por los problemas políticos. Hubo una voluntad de inclinar la balanza hacia el PSOE y de substituir a la Asociación Socialista Universitaria (ASU) por el grupo que tomó el poder, que fue el de Sevilla. (23)

A.S.: ¿Y José Martínez?

J.G.: El fue siempre una persona profundamente honrada. Tal vez pecaba de irrealismo, pero me parece siempre un modelo de coherencia política y moral.

A.S.: ¿Considera que la orientación de la revista hacia la vía libertaria es más bien irrealismo?

J.G.: No puedo juzgar porque no tengo los textos.

A.S.: El último texto de José Martínez publicado en Ruedo fue el del suplemento sobre la CNT: ser o no ser (24) , que también le ocasionó problemas con algunos sectores del movimiento libertario. Supongo que no debe ser fácil mantener una postura de coherencia.

J.G.: En aquella época había varias alternativas. Las del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y los grupos libertarios eran con las que yo simpatizaba más, pero sin ninguna voluntad de participación política. Nunca he querido entrar en ningún partido político, ni antes ni después de la muerte de Franco.

A.S.: ¿Cree que la editorial cometió un error al instalarse en España o por el contrario, cree que lo hizo demasiado tarde?

J.G.: Creo que demasido tarde, cuando el resto de las editoriales ya habían ocupado el espacio de la izquierda. -Marianne Brüll me comentó precisamente que los costes de distribución resultaban demasiado pesados, porque tenían que pasar por otras editoriales- Ese tipo de editoriales, como las de la época de François Maspero, de Ruedo Ibérico desaparecieron en estos años. (25)

A.S.: ¿Qué se puede rescatar de esa experiencia?

J.G.: Creo que es muy importante analizar el recorrido de Ruedo ibérico y quién fue José Martínez: es una labor que hay que hacer.

A.S.: Es difícil desvincular la empresa RI de la personalidad de José Martínez. A través de su correspondencia podemos percibir las dificultades en la relación con los colaboradores.

J.G.: Yo no sé, porque en el grupo fundador estaba incluso hasta Nicolás Sánchez Albornoz, personaje... No sé, me parece que había gente muy honrada, con límites, pero muy honestas... Este diplomático que ha muerto ahora, Vicente Girbau -No sabía que había muerto- Sí, ví su esquela hace un mes o algo así. Era un hombre que estuvo preso y luego, cuando llegaron los socialistas al poder, no se les ocurrió otra cosa que enviarlo de embajador a Malta. (26)

A.S.: Además de la trayectoria personal de José Martínez, es curioso que alguno de los colaboradores continuan viviendo fuera de España. Además de su caso, podemos citar el de José Angel Valente, que vive en Ginebra. (27) -Sí, entre Ginebra y Almería- ¿Qué lectura podemos hacer de esa necesidad de recuperar el exilio?

J.G.: En el texto que me envió sobre José Martínez me impresionaron mucho unas líneas suyas sobre el exilio y sobre la posibilidad de volver otra vez a él. (28)

A.S.: Fue una noción que nunca dejó de ser un punto de referencia porque para él era vital.

J.G.: De todas formas es muy claro que la situación que te da la intimidad con un país, por ser tu país, y la distancia, permite juicios mucho más claros. Esto, en el terreno literario, puede comprobarse. En lo político, una vez que estás metido en la realidad tienes que adaptarte a ella. Hemos llegado a una época en la que, estés donde estés, sólo se habla de escándalos de corrupción y robo con guante blanco. Esto ya ni lo leo, porque lo doy por supuesto. Creo que tendrían que poner al revés, como noticia, «El ministro tal no ha robado nada desde hace veinte años». Es lo que se sale de lo normal.

A.S.: ¿No cree que conforme pasa el tiempo la perspectiva que concede el hecho de vivir en otro país y de percibir la realidad de otra manera se va reduciendo por esa tendencia a la homogeneización?

J.G.: Cada caso es aparte. Entre los escritores, quien está en la periferia de la sociedad habla mejor de ella que quien está en el centro. Por ejemplo, el 80% de los escritores españoles de los siglos XV y XVI era cristiano nuevo, descendiente de conversos. Estaban al margen; y la mirada de quien está al margen siempre es mucho más interesante que la de quien se mira el ombligo.

A.S.: Es curioso que en el caso de Ruedo, mientras se mantuvo « al margen de » fue capaz de sobrevivir, de mantener un discurso más creíble. Pero cuando la oposición empezó a dejar de estar al margen para comenzar a estar en el centro, RI apareció a los ojos de muchos como una empresa vacía de sentido. Necesitaba ir en contra de esa tendencia de la oposición de olvidar su propio pasado antifranquista y sus propios objetivos para poder ocupar las vacantes del poder.

J.G.: Esto ocurre siempre: la gente que estaba dentro, y que en su mayor parte colaboraron activa o pasivamente con el régimen, tuvieron que acoger con una sonrisa a flor de labios la llegada de los exiliados. Pero el periodo de benevolencia duró muy poco, fue muy breve y ya en el año 78 los mismos que me atacaban antes me volvían a atacar otra vez. -¿De una manera igual de virulenta?- Sí, sí. -Y ¿bajo qué discurso se realiza la nueva crítica?-Hubo unas transformaciones tan pasmosas, de gente que había estado en la Liga Comunista Revolucionaria y que luego, en dos años, se habían transformado en lo que son ahora, ...pienso por ejemplo en Jiménez Losantos, que fue el primero en abrir el fuego contra mí.

A.S.: En el caso de Ruedo hay muchos escritores que en los años 60 defendían posiciones radicales y que conforme se realiza el proceso de Transición se van posicionando cada vez más cerca del poder. Supongo que ese arribismo de los colaboradores no dejaría de ser para Joséz Martínez una especie de traición porque Ruedo ibérico había sido la plataforma que había permitido la expresión de muchos de esos discursos.

J.G.: Muchos entraron en la política.

A.S.: Joaquín Leguina por ejemplo nos contestó al cuestionario diciendo que no participaba en la vía libertaria de los Cuadernos y que Ruedo había dejado de tener sentido político en ese momento de democracia (29) . ¿Es posible defender actualmente en España algún tipo de discurso democrático?

J.G.: Mi labor es exclusivamente cultural y literaria y no me gusta entrar en este terreno. Verifico, y le pongo de ejemplo, algo muy reciente: siempre he tenido mucho interés por Almería, la provincia más pobre en los cuarenta y cincuenta. A raíz de la publicación de Campos de Níjar fui declarado persona non grata por las autoridades locales (30) . En el año 82-83, a iniciativa de los socialistas de la Diputación, sin pedirlo yo, me declararon hijo adoptivo de la provincia. -¿A petición de algún político en especial?- Eran en aquel momento gente simpática. Pues bien, en febrero del 98 publiqué en El País un artículo que se llamaba « ¿Quién te ha visto y quién te ve? » a propósito de la explotación de los tempranales del Ejido como una forma de la esclavitud de los africanos, subsaharianos, argelinos y marroquíes. La respuesta fue fulminante: la totalidad de ediles del Ejido, el PP, el PSOE e Izquierda Unida, me declararon otra vez persona non grata. ¡Ya ve usted!

A.S.: Bueno, es una cuestión de esperar, de aquí a quince años probablemente le volverán a nombrar hijo adoptivo. ¿Quién sabe?

J.G.: Mis escasas intervenciones en la vida política siempre han sido con respecto al racismo, y la forma de tratar a los emigrados... en fin, las causas que ningún intelectual defiende.

A.S.: Me hace pensar en un artículo que se publicó en Cambio 16 hace ya unos años, titulado « Un país llamado hambre » (31) , retomando una frase del abogado vasco Juan María Bandrés, en donde se explicaba la paradoja histórica de España, un país que ha sido siempre expulsador de mano de obra, y que actualmente que se encuentra en la situación inversa olvida este pasado.

J.G.: Parece que en la provincia de Almería, en algunas zonas, la gente esté vengándose de su propio pasado. José Angel Valente recuerda muy bien lo que ocurría en el año 55 en la estación de Ginebra. ¡Desinfectaban a los emigrantes españoles! Tengo un manual bilingüe para las amas de casa francesas explicando cómo deben tratar a las sirvientas españolas. Alguna vez voy a escribir algo porque incita a la reflexión de nuestro nuevo estatus de europeos. Me he ocupado de temas culturales, de temas literarios y de defender causas escasamente populares o que ningún intelectual trata porque no son rentables... Hay causas que son rentables y otras que no, y algún defensor ha de tener la causa que no es rentable.

A.S.: Esto no deja de mostrar el oportunismo de muchos escritores, la relación que hay entre poder y cultura, y la valentía por su parte de romper con esa tónica y de mantener una cierta coherencia personal.

J.G.: Valentía ninguna, es una cuestión de temperamento. Me produce repugnancia.

A.S.: Sí, pero también hay que saber aguantar el temporal como lo muestra la anécdota que me comentaba sobre Almería.

J.G.: Me siento mucho más honrado cuando me declaran persona non grata que no cuando me nombran hijo adoptivo de algo.

A.S.: Por lo menos no le debe nada a nadie, no hay ningún tipo de compensación con el poder como ocurre en el caso de otros escritores.

J.G.: No.

A.S.: Precisamente y tomando como ejemplo la anécdota de Almería, ¿no cree que se está haciendo un mal uso tanto de lo que es la memoria como de lo que es el olvido? Se pretenden recordar cosas que no merecen ser recordadas y se deja caer en el olvido cosas que merecen ser rescatadas.

J.G.: Es posible. Es uno de los temas de los que voy a hablar ahora en Madrid en una conferencia organizada por el Círculo de Bellas Artes. Se llama Memoria, olvido, recuerdo, amnesia, y memoricidio.

A.S.: Supongo que será publicada a través de un artículo.

J.G.: Voy a esperar un poco porque voy a incluirlo en un libro de ensayos. (32)

A.S.: ¿Qué recuerdo le queda a Juan Goytisolo, persona, de la experiencia de Ruedo ibérico? ¿Qué merece la pena mantener hasta el final de la simbiosis RI/José Martínez?

J.G.: Para mí eran una posibilidad de publicar lo que yo escribía y lo que escribía gente afín política, literaria y culturalmente en la época en la que la censura actuaba en España. Era un pequeño espacio de libertad donde se me permitió entrar y esto se lo agradeceré siempre a José Martínez.

A.S.: ¿Con la amistad que implicaba la relación?

J.G.: Fue siempre una relación no íntima, pero sí amistosa. Dicen que fue una persona conflictiva y difícil, pero yo nunca tuve el menor problema con él. A veces, la gente que es conflictiva dice que los demás son conflictivos; yo soy muy poco conflictivo y la verdad es que no tuve el menor problema con él.

A.S.: Con las personas con las que he tenido oportunidad de establecer contacto hablan de dificultades de carácter, no dicen conflictividad, pero sí hablan de una persona muy absorbente y exigente.

J.G.: No lo sé. Es casi un lugar común decir esto, pero era honrado. La verdad es que yo tuve siempre una relación buena con él.

A.S.: Tras su desaparición hubo intentos de recuperar su imagen, cuando en vida no tuvo ese reconocimiento.

J.G.: Siempre ocurre así.


Artículos de Juan Goytisolo publicados en la revista Cuadernos de Ruedo ibérico.


Publicaciones del autor en Ediciones Ruedo ibérico.


Textos de reflexión sobre Ruedo Ibérico y José Martínez:

Juan GOYTISOLO, « On ne meurt plus à Madrid », L'Express, 2/4/1964.

Juan GOYTISOLO, « Ruedo ibérico en España », Solidaridad obrera, mayo 1978.

Juan GOYTISOLO, « Ser de Sansueña », El País, 15/3/1986.


Publicado en Migraciones & Exilios nº 3, diciembre 2002, pp. 171-189


1 Referencia al título de su artículo « Vamos a menos » publicado en El País, 10/1/2001, en el que denuncia una vez más los estragos causados por « nuestra trágica discontinuidad histórica » en la cultura, sustituida en la actualidad por su simulacro mediático.

2 J. GOYTISOLO, En los Reinos de Taifa, Mondadori, Barcelona, 1997 (primera edición en 1986), p.73.

3 Gracias a un convenio de cotutela, la tesis fue realizada entre las universidades de Burdeos y Zaragoza, y defendida en esta última en noviembre de 2001 con el título, Cuadernos de Ruedo ibérico (1965-1979). Exilio, cultura de oposición y memoria histórica.

4 Este título está inspirado en el film documental de propaganda republicana Mourir à Madrid de Frédéric Rossif realizado en 1962 y no estrenado en España. « Vale la pena señalar que el Gobierno español había solicitado por vía diplomática varios cortes a la banda sonora de la película de Rossif, escrita por Madeleine Chapsal, y el Ministerio de Información francés accedió a algunos de ellos, según explicó su productora Nicole Stéphane en Televisión Española con motivo del estreno del film en España en 1978. Pero a pesar del veto oficial para que Mourir à Madrid accediera al mercado español, esta ausencia no impidió que se confeccionase en España una réplica franquista a aquel film, titulada Morir en España (1965), de Mariano Ozores, que tuvo muy fría acogida comercial. » R. GUBERN, La censura. Función política y ordenamiento jurídico bajo el franquismo (1936-1975), Ed. 62, Barcelona. 1981, p. 235.

5 « Que l'évolution entamée ne soit pas celle qui avait été prévue en 1951, 1956 ou 1961, n'est pas une raison suffisante pour la refuser ou pour faire comme si elle n'existait pas. Les analyses et les programmes doivent s'adapter aux faits. Que le changement implique des reconversions morales, politiques, sociales, économiques ou même esthétiques, cela n'est pas douteux. Mais nous devons avoir l'intelligence ou le courage de les affronter. », J. GOYTISOLO, « On ne meurt plus à Madrid » en L'Express, 2/4/1964. El artículo está recogido íntegramente tras la entrevista.

6 « Pour nous, intellectuels, l'éloignement de la perspective révolutionnaire exige que nous reconsidérions dès maintenant sérieusement notre attitude. Nous devons cesser notre opposition théorique, nous intégrer au processus d'évolution sociale, l'orienter, et essayer d'en hâter le cours. Sans abandonner les exigences morales fondamentales, nous devons adapter notre tactique à un combat moins spectaculaire mais sans doute plus utile. » Ibid.

7 Una visión de los hechos externa al partido en J. GOYTISOLO, « El ladrón de energías » en En los reinos de Taifas, op. cit., pp.69-83.

8 Tal y como explica Juan Goytisolo a través de su alter ego, Alvaro Mendiola, « Idea primera y casi obligada de los españoles recién desembarcados en el café de madame Berger, con la cabeza llena de ilusiones y proyectos y el polvo de la Península pegado aún a la suela de sus zapatos, era la creación de una Agrupación Nacional de Intelectuales en el Exilio, objetivo ambicioso y lejano cuya primera etapa debía consistir en la publicación y difusión de una revista de confrontación y diálogo, abierta a las corrientes políticas, intelectuales y artísticas del mundo moderno. (...) El sumario del primer número de la muerta y resucitada revista solía incluir un agorero análisis de la catastrófica situación española, algún ensayo amazacotado (con referencias a Engels) en defensa del realismo, una mesa redonda (y plúmbea) acerca del compromiso de los escritores, una antología de poemas broncos, de firma más o menos conocida (...) Aquellos proyectos -examinados con la perspectiva de los años- solían tener una vida intensa pero efímera. Quien había dado a conocer la idea de la revista y su equipo de futuros colaboradores trabajaban de modo febril por espacio de noches enteras, empleando sus horas libres en inútiles visitas a imprentas y estériles peticiones de ayuda hasta el instante inevitable en que, misteriosamente, las cosas se empantanaban, los encuentros se espaciaban sin que nadie supiera a ciencia cierta por qué y el aburrimiento, la indolencia y la fatiga entraban en juego motivando que, uno tras otro, olvidasen compromisos y citas, interrumpiesen la correspondencia, aplazasen indefinidamente las decisivas e importantes reuniones. Sucedía entonces un periodo intermedio en que de manera implícita los ex futuros redactores evitaban encontrarse en la medida de lo posible algo avergonzados de su propia desidia y temiendo que los reproches de los otros les obligaran a justificarse, pasado el cual, y habiendo corrido ya mucha agua bajo los puentes, volvían a saludarse de nuevo con desenvoltura, sin hablar para nada de la revista ni manifestar ninguna sorpresa ante el hecho de que los demás no evocasen el tema tampoco - como si el proyecto no hubiese existido en realidad- felices de avistarse y discutir sobre lo divino y humano, secretamente cómplices de una frustrada e inconfensable aventura. » J. GOYTISOLO,  Señas de identidad, Ed. Joaquín Mortiz, México. 1966, pp. 261-264. Ya en 1956 y a propósito de un encuentro con Maurice Nadeau, director de Les Lettres Nouvelles, con motivo de la propuesta de creación de una revista, tribuna de discusión válida a la oposicion española tanto del interior como del exilio, abierta a las corrientes literarias y políticas de la cultura europea, el escritor narra su propia experiencia personal: « para que le expusiera mi idea de una revista en castellano destinada a romper el cerco de la censura: primera de una larga serie de iniciativas al respecto que concluyeron de ordinario, después de discusiones inútiles e interminables, vetos, exclusiones, enfrentamientos, con el carpetazo y el olvido del proyecto, de puro cansancio, no sin haber provocado antes entre los participantes en el mismo unos sentimientos de encono y amor propio herido difíciles de cicatrizar. » J. GOYTISOLO, En los reinos de Taifa, op. cit., p.10.

9 Sobre la intencionalidad política que se encontraba en el origen de CRI insistirá el propio José Martínez en entrevistas posteriores. « Cuadernos de Ruedo ibérico fue una revista política, muy política, pero en un sentido poco estricto. (...) La línea ideológica fue dada por sus colaboradores, y éstos venían de horizontes políticos distintos. » en « Nuevo en esta plaza » en Cambio 16, 12/3/1978, pp.72-73.

10 La trayectoria de Cuadernos de Ruedo ibérico se extiende desde 1965 hasta 1979, recorriendo los momentos últimos del franquismo y los inicios del proceso de transición democrática. Desde 1978 RI, la editorial y empresa madre de la revista se instala difícilmente en España, en Barcelona, con el nombre de Ibérica de Ediciones y Publicaciones.

11 Al no estar concebida para su publicación, hemos intentado paliar con breves comentarios en notas a pie de página las alusiones a momentos de la vida de las Ediciones Ruedo ibérico o a colaboradores de la revista que, carentes de explicación a lo largo de la entrevista, resultarían vacías de sentido para el lector. Solicitamos su comprensión para situar algunos silencios elocuentes y justificar inevitables referencias al presente.

12 Vivencia que será narrada por la propia Monique Lange en Une drôle de voix, Ed. Gallimard, París. 1966.

13 Decisión que se materializó en la renuncia a continuar la polémica abierta desde las páginas de Realidad. «Responder al editorial de Juan Gómez y enzarzarme en una nueva polémica no tenía sentido. Una lucha intestina de la izquierda en las condiciones de acoso y precariedad que atravesaba, sólo podía beneficiar a los partidarios del Régimen: en un estado de excepcional prontitud y alivio, resolví cortarme la coleta de torpe aprendiz de político y no volver a tocar el tema hasta el día hipotético de la muerte de Franco. » J. GOYTISOLO, En los Reinos de Taifa, op. cit. p.81.

14 Posteriormente, la revista incluirá una colaboración literaria de Jaime Gil de Biedma, « Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma » (poesía) en CRI n°11. pp.71-73.

15 En 1967 en París y 1982 en Barcelona, respectivamente.

16 Se trata del artículo escrito con motivo de la muerte de Franco, « Reinar después de morir. In memoriam F.F.B. 1892-1975 », CRI n°46-48, julio/diciembre 1975, pp.159-164.

17 El artículo sobre el escritor peruano es de Carlos-Peregrín Otero, « Vargas Llosa. Teoría y praxis », CRI n°51-53, mayo/ocubre 1976, p.211-223. Recordar que este desacuerdo al que hace alusión tuvo una primera manifestación en la experiencia de la revista político-cultural Libre, creada también en París en 1972. Además de expresar la evolución de la narrativa del momento, Libre significó el fin de amistades e ilusiones forjadas en torno a un proyecto revolucionario. Su creación y breve trayectoria, sólo aparecerán cuatro números, será narrada por el propio Juan Goytisolo, responsable de la dirección del primero, en « El gato negro de la Rue de Bièvre » de En los reinos de Taifa, op. cit. pp. 155-196.

18 José María Blanco White, « Cartas de España. Carta VI » (presentación de Juan Goytisolo) en CRI n°26-27, agosto/noviembre 1970, pp. 141-149, y « Cartas de España. Cartas X y XIII », en CRI n°28-29, diciembre 1970/marzo 1971, pp.91-115. El homenaje a José María de Larra corre a cargo del poeta Pedro Gimferrer, « Larra », en CRI n°12, abril/mayo 1967, p.48. Finalmente, la presencia de Luis Cernuda se concentra en el número 15 de la revista a través de una muestra de su propia obra, « Vientres sentados y Homenaje » y un artículo de reflexión, Florentino Martino, « Luis Cernuda y la joven poesía española », CRI n°15, octubre/noviembre 1967. pp. 83-86 y 87-90, respectivamente.

19 Luciano Rincón, residente en España, fue uno de los colaboradores más asiduos y determinantes tanto de la editorial como de la revista. Fue juzgado el 5 de junio de 1971 por un delito de injurias al Jefe del Estado y condenado a las penas de cinco años de prisión menor y multa de veinte mil pesetas. Su detención y proceso despertó una campaña para pedir su liberación. Los artículos de defensa y protesta aparecieron bajo el pseudónimo de Luis Ramírez, uno de los múltiples utilizados por Luciano Rincón, y con el título, « Luciano Rincón y Luis Ramírez », en CRI n°33-35. pp. 217-222 y « El proceso Rincón » en Horizonte Español 1972, Tomo 1, pp.284-287, suplemento publicado también por Ruedo ibérico. En cuanto al atentado contra la editorial, éste tuvo lugar en la madrugada del 14 de octubre de 1975 y destruyó los locales de la librería, sitos en el número 6 de la calle Latran de París. Reivindicado por ATE-Antiterrorismo ETA, ponía de manifiesto el máximo grado de violencia en el enfrentamiento directo entre el poder y la editorial. De nuevo, la reacción del equipo colaborador fue organizar una campaña de protesta y búsqueda de apoyo financiero y moral, apoyada en la prensa, lo que cristalizó en un documento en el que se recogían firmas procedentes de Francia, Italia, Bélgica, Inglaterra y EE.UU, de los más variadas esferas, la abogacía, la escritura, la edición o la cátedra. La traducción del comunicado enviado al periódico Le Monde y la lista de firmantes solicitando un posicionamiento al gobierno francés en CRI n°46-48, julio/diciembre 1975, pp. 209-211.

20 Marianne Brüll, responsable de la contabilidad de Ediciones Ruedo ibérico y compañera sentimental de José Martínez.

21 El asunto que contaminó las relaciones en el seno de colaboradores de Libre fue el posicionamiento en torno a la detención de Herberto Padilla, poeta cubano cuyas disidencias con el régimen le llevarán a ser acusado de contrarrevolucionario. Sin duda, la revista que se había creado con el objetivo de facilitar un diálogo entre Cuba y la izquierda no comunista tanto europea como latinoamericana, recibió un duro golpe de la política sectaria de la revolución, enfrentando enconadamente a sus colaboradores, lo que la condujo a una rápida desaparición. Los principios de la orientación política de la revista habían sido precisados en los siguientes puntos: « apoyo a la experienca socialista de Allende y movimientos de liberación de América Latina; sostén crítico a la revolución cubana; lucha contra el régimen franquista y demás dictaduras militares; defensa de la libertad de expresión dondequiera que fuese amenazada; denuncia del imperialismo americano en Vietman y soviético en Checoslovaquia. » J. GOYTISOLO, « El gato negro de la rue de Bièvre », op. cit., pp. 176-177; la crisis interna en pp. 190-194. Por su parte, la presencia de literatura latinoamericana en CRI y el interés por la misma es importante y en especial el caso de Cuba, al que se le dedica el suplemento anual de 1967, Cuba, una revolución en marcha, así como el n°16 de la revista, diciembre/enero 1968, consagrado en su totalidad al Congreso Cultural de la Habana celebrado en enero de 1968.

22 Referencia a « Reinar después de morir. In memoriam F.F.B. 1892-1975 » publicado en CRI n°46-48, junio/diciembre 1975. Sobre la concepción y dimensión personal de tal artículo, el autor escribe: « La certeza de ser huérfano al fin de aquel cuya sombra había planeado sobre ti desde el vendaval devastador de la guerra civil avivaba el afán de escribir sobre él, de aclarar de una vez la índole de vuestras relaciones, más allá y por encima de las que te ligaron a un padre solamente putativo. La noche del veinte de noviembre redactaste el borrador del texto que leíste días después en la biblioteca del Congreso de Washington, como una venganza minúscula pero tónica contra aquella poco venerable institución que tanto había contribuido a mantenerle en el poder a lo largo de su vida: texto que, evitando la mención directa de su nombre (In memoriam F.F.B. 1892-1975), reivindicaba la realidad ominosa de su paternidad y sería (sin saberlo tú entonces) la almendra o germen de esta incursión en el campo de minas de la autobiografía. » J. GOYTISOLO,  « El ladrón de energías », op. cit., p.83-84.

23 Si en abril de 1978 el PCE celebra su IX Congreso, en el que su secretario general, Santiago Carrillo, decide abandonar el leninismo, en el XXVIII Congreso del PSOE celebrado en mayo de 1979, su secretario general decide no presentarse a la reelección mientras el marxismo no fuera abandonado. Felipe González será reelegido.

24 CNT. Ser o no ser. La crisis de 1976-1979, Suplemento de CRI, Ibérica de Ediciones y Publicaciones, Barcelona. 1979.

25 François Maspero, editor de izquierdas, era el propietario de la librería La Joie de Lire, también situada en el Barrio Latino y que se había visto obligada al cierre por motivos financieros. Efectivamente, la crisis en los primeros ochenta de editoriales de marcado talante político fue generalizada en Europa. La necesidad de drásticas reorganizaciones para superarla afectó a buena parte de los editores izquierdistas: Christian Bourgois en Francia, Inge Feltrinelli en Italia o Klaus Wagenbach en Alemania. En España, la editorial de Jorge Herralde, Anagrama, consiguió dar un giro concediendo a la narrativa una posición predominante.

26 Vicente Girbau murió en Madrid en diciembre de 1998. Un artículo de prensa que recoge datos de su biografía y la situación de espera de su última misión diplomática en L. MATIAS, « Vicente Girbau León. Un viejo antifranquista espera su retiro como embajador de Malta », El País, 12 de mayo de 1987. Además de José Martínez, Nicolás Sánchez-Albornoz y Vicente Girbau, los otros dos miembros del grupo conceptor de la editorial eran Ramón Viladás y Elena Romo en calidad de asociada.

27 La colaboración del poeta en la revista es la siguiente: « 4 poemas » en CRI n°1, junio/julio 1965, pp.40-48; un entremés, « La guitarra » en CRI n°10, diciembre/enero 1967, pp.12-17; « Las legiones romanas » en CRI n°18, abril/mayo 1968, pp. 17-19; « 3 poemas: Arte de la poesía, Punto cero, Una oscura noticia » en CRI n°26-27, pp.131-134; « Dos textos de El fin de la edad de plata » titulados Intento de soborno y Fuego-Lolita-mi capitán en CRI n° 41-42, febrero/mayo 1973, pp. 23-25; y el manuscrito « Corona fúnebre », CRI n°46-48, julio/diciembre 1975, p.169.

28 Referencia a la reflexión de José Martínez sobre el exilio publicada con motivo del atentado contra la editorial: « Nada hoy en el acontecer político dice que el exilio vaya a dejar de ser una necesidad ineluctable, única tierra un tanto libre de que pueden gozar muchos españoles obligados -hoy, ayer y mañana- a abandonar España por su acción en pro de las libertades, ni que las funciones del exilio -las asumidas, las desdeñadas o las castradas- no vayan a seguir siendo necesarias. », J. MARTINEZ, « Del atentado contra Ruedo ibérico y de otros atentados », CRI n°46-48, julio/diciembre 1975, pp.208, recogida en A. SARRIA BUIL, « José Martínez y Ruedo ibérico, de la clandestinidad al desencanto. Fragmentos de un viaje inacabado », en A. ALTED VIGIL y M. AZNAR SOLER (Eds.), Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia, AEMIC-GEXEL, 1998, pp. 421.

29 Carta de Joaquín Leguina, Madrid, 7/5/1998.

30 Sobre la preparación de esta obra ver J. GOYTISOLO, « El ladrón de energías », op.cit., pp.24-29.

31 R. OROZCO, « Un país llamado hambre », Cambio 16, 30/10/1995.

32 Artículo titulado « Memoria, olvido, amnesia, recuerdo y memoricidio », incluido en el libro de ensayos que apareció en abril de 1999 bajo el título Cogitus interruptus, Ed. Seix-Barral, Barcelona. pp.41-57.