Luciano F. Rincón - Mañana

Luciano Rincón : Mañana, crónica anticipada


En su libro : Mañana - Crónica anticipada, Luciano F. Rincón intentó una empresa dificultosa y osada. Se ha propuesto, y ha ejecutado, una combinación a la vez de cienciaficción y de análisis político parcialmente anticipatorio, de estructura novelesca y de técnica periodística. Esta audacia implica, como es fácil imaginar, a la vez, riesgos ciertos, la posibilidad de fracasos, desniveles y certeros aciertos. Puede adelantarse ya, sin embargo, que, desde mi punto de vista, algo de todo eso ocurre en el libro de Rincón, pero también que el saldo de la experiencia es netamente positivo, y habla mucho y bien de lo que el autor puede hacer en lo sucesivo.

Ante todo, algo sobre el contenido concreto de la obra. La autocalificación del título : crónica anticipada, dice ya bastante, y el autor lo aclara más aún en un breve prólogo. Como la antigua astrología, como las profecías de los hombres iluminados -como, agrego, las Utopías del Renacimiento-, la cienciaficción y los relatos de anticipación son una forma de respuesta variablemente crítica ante el mundo y el tiempo propios ; responden siempre al anhelo eterno del hombre por percibir y comprender el desarrollo posible y probable de la realidad, a partir de la estructura y la dinámica del universo en que se vive. La diferencia específica, en la obra que nos ocupa, es que la "crónica de cienciaficción" es concebida como "novela de personajes reales y crónica de hechos que quizás sucedan, que si nos empeñamos sucederán"; a la vez, testimonio, diagnóstico y advertencia, teñido todo de una angustia que sólo la deliberada frialdad aparente del estilo disimula apenas.

Se inicia el libro con la entrada en España, en fecha futura pero próxima -con una masa de inmigrantes peninsulares como especie de sombrío coro- de Roy Ballard, periodista norteamericano. Llega éste enviad0 por la revista Life y patrocinado por la Casa Blanca de Washington, en misión muy específica : buscar en España las razones concretas de la necesaria victoria final sobre el comunismo. Impactado por su visión particular de una España que desde 1936 ha demostrado cómo se combate y triunfa, de un mundo anticomunista claro y contundente, Ballard "descubre" un principio redentor : es imposible y peligroso tratar de vencer el comunismo por el diálogo y persuasión, porque no es realmente un enemigo racional ni científico, ni es en el fondo una ideología susceptible de confrontación y destrucción por la fuerza de una ideología opuesta y superior. No es una filosofía ni una mística, sino un simple reflejo emocional del resentimiento y la no adaptación.

Este hallazgo es lanzado en escala planetaria, por la super-máquina de los medios publicitarios de masa, y es punto de partida de una Cruzada, a cuya cabeza se colocan prontamente los líderes y grupos del neofascismo norteamericano, con la tolerancia impotente o la complacencia disimulada de muchos honrados y prominentes liberales. Se proclama la necesidad del uso de la fuerza desnuda y total, como arma suprema para erradicar al enemigo del mundo entero. Pero también se recurre a medio miliar de especialistas en filosofía, teología, ciencias sociales, que tras estudiar y tratar de determinar en equipo qué es realmente el comunismo, terminan por inhibirse de un pronunciamiento concreto. Se encarga entonces a un destacado profesor inglés, Olivier Mansfield, para que, con medios ilimitados dirija una investigación más profunda y concreta, con miras sobre todo a la obtención de resultados operativos.

Mientras el nuevo equipo científico comienza sus tareas, una ola de violencia reaccionaria va cubriendo a Estados Unidos, empezando por la despiadada persecusión de los negros, hasta culminar con el triunfo electoral de los reaccionarios que encaraman a Nixon y Goldwater a la suprema magistratura del país. El triunfo es celebrado por una primera masacre sureña de la gente de color, incluso el asesinato de Martin Luther King, la designación del general Walker (John Birch Society) como secretario del Interior, y un solemne Te Deum del Cardenal Spellman. No tarda en pasarse a la creación de campos de concentración para toda la población negra de Estados Unidos, considerada culpable de ser un reservorio colectivo de resentimiento, de no aceptar su destino, de abrigar un potencial revolucionario amenazador ; en breve, ser negro equivale automática y fatalmente a ser comunista. Los grupos de seguridad paraestatales de la John Birch Society se vuelven omnipotentes para la represión indiscriminada contra negros, comunistas, liberales o inconformistas de todo tipo. El mismo Nixon, desbordado y atemorizado por la ola reaccionaria, no osa resistir a las presiones extremistas encabezadas por el general Walker, que lo amenaza veladamente con invitarlo a un homenaje en la memorable ciudad de Dallas. La ola de reacción y violencia trasciende a Estados Unidos, y se extiende a los países del Tercer Mundo y a las naciones capitalistas avanzadas, incluso el Vaticano; y los regímenes militaristas y fascistizantes se imponen rápidamente en todas partes.

La tercera guerra mundial como cruzada anticomunista de exterminio total parece inevitable e inminente, cuando el profesor Mansfield logra un descubrimiento sensacional, que cierra el ciclo abierto por el periodista Ballard : el comunismo no es una ideología, ni una simple maquinaria de odio y subversión, sino una enfermedad de origen bacilar, que produce un pequeño tumor cerebral, y es combatible por medios estrictamente medicinales. Se inventa la vacuna contra el "bacillus marxis", se encarga su fabricación en gran escala a un supermonopolio norteamericano (vinculado a la John Birch Society), y se la aplica de modo masivo v compulsivo en Estados Unidos y en el mundo entero. La operación es un éxito : el comunismo desaparece rápidamente del planeta, incluso del bloque soviético y de China. El capitalismo se impone definitivamente en un mundo pacificado y adaptado a su suerte. Hasta España pone en libertad a todos sus presos políticos, recuperados para la civilización occidental y cristiana.

Súbitamente, sin embargo, los problemas reaparecen. La producción militar, elemento motriz y válvula de escape del sistema, se paraliza por falta de objetivos, y amenaza con desencadenar la crisis generalizada. Se multiplican los conflictos que crea la falta de un enemigo para una civilización que se agota, que necesita para su supervivencia del excitante y de la coartada de un enemigo ahora ausente. Los obreros y los sumergidos recuperan su capacidad de reivindicación y de subversión eventual. La arbitrariedad policíaca y militar se mantiene Por doquier pese a su aparente falta de necesidad.

Será preciso retroceder, rever las medidas, reinocular el comunismo, para estimular la producción de armamentos, justificar la represión persecutoria de todo intento renovador, y elevar las cotizaciones bursátiles. El proceso recomienza con un gran interrogante que planea sin respuesta en las páginas finales : ¿ Y mañana, qué ?

Los aciertos de la obra son múltiples : planteo de interrogantes desgarradoramente actuales ; esbozo de un futuro que puede ser el nuestro ; lúcido reflejo de los problemas y opciones que ya son de hoy; permanente dialéctica de lo individual y lo colectivo ; hábil utilización o vívida recreación de diálogos, textos periodísticos y gubernamentales, opiniones de personalidades representativas ; el alerta angustiado y clarividente que permea cada línea.

Las fallas son inherentes a una tentativa de este tipo. El proceso que se despliega parece ser a veces una extrapolación mecanicista de algunas de las fuerzas reaccionarias que ya operan, sin que los opositores y víctimas de aquéllas parezcan tener la misma entidad ni una mínima capacidad de reacción y contrataque. Algunas caracterizaciones de fuerzas colectivas y de individuos parecen algo caricaturales. Las líneas y planos del relato no siempre han sido seleccionadas con rigor y equilibrio suficientes ; y hay páginas visiblemente prescindibles.

De todos modos, repito, el saldo es positivo. Un acto de lucidez e incitación, de rebeldía realista y de denuncia sobria pero vigorosa, vale siempre más que el conformismo cómplice o el optimismo fácil. Pese al silencio deliberado, a la indiferencia inconsciente, a la falta momentánea de eco, Luciano Rincón haría muy mal en desalentarse y en no persistir en el buen camino iniciado.


Marcos Kaplán in Cuadernos de Ruedo ibérico nº 5, Febrero-marzo 1966