Michael Alpert - El ejército republicano en la guerra civil

Prefacio


A pesar de la cantidad de publicaciones existentes sobre la guerra civil española, carecemos de estudios globales sobre los ejércitos en liza, así como de monografías sobre aspectos concretos de ellos. Hasta ahora, se han publicado breves artículos del especialista en historia española contemporánea Ricardo de la Cierva y del coronel Ramón Salas, en la compilación de artículos dirigida por el profesor R. Carr (The Republic and the Civil War in Spain, MacMillan, 1971), y en The Spanish Revolution, del profesor S. Payne (Weidenfeld & Nicolson, 1970), hay un capítulo dedicado al ejército republicano. Un estudio de importancia, sobre el ejército republicano del coronel Salas, apareció demasiado tarde para que pudiésemos consultarlo, salvo en lo que se refiere a algunos detalles ocasionales, aunque ya se habían publicado adelantos de su información en la Historia ilustrada de la guerra civil española, de Ricardo de la Cierva (Madrid, 1970) y en La guerra de España desde el aire, de J. Salas (Barcelona, 1969). Asimismo, en la revista Historia y Vida (Madrid-Barcelona) han aparecido ocasionalmente interesantes aclaraciones del coronel Salas y del profesor de la Cierva, normalmente en forma de respuestas a preguntas de los lectores o a partir de artículos sobre aspectos de la guerra. Igualmente, el coronel Salas ha tenido la atención de proponernos, a título personal, algunas referencias.

Las fuentes documentales del ejército republicano han sido utilizadas por el coronel J. M. Martínez Bande en su serie de monografías sobre campañas concretas (véase la Bibliografía), pero sus trabajos son de historia militar y se sirve de la documentación para hacer una historia de la guerra más que de los ejércitos.

Presumiblemente, también utilizó fuentes documentales el jefe del Estado Mayor del ejército republicano, Vicente Rojo, para sus libros España heroica (Buenos Aires, 1942) y Así fue la defensa de Madrid (México, 1967). Es también probable que las obras sobre la guerra de los dirigentes comunistas de Milicias Enrique Líster (Nuestra guerra, París, 1966) y Juan Modesto (Soy del Quinto Regimiento, París, 1969), así como del subsecretario de Defensa en la parte final de la guerra, Antonio Cordón (Trayectoria: memorias de un artillero. París, 1971), se basen igualmente en alguna medida en fuentes documentales. Aparte de estas obras, pocos hombres de quienes se podría esperar que escribiesen memorias importantes lo han hecho. Los libros de Indalecio Prieto, ministro de Aire y Marina y posteriormente de Defensa nacional, son en realidad reimpresiones de artículos o discursos, y, a decir verdad, no tratan, como él mismo los llama, más que de los entresijos de la guerra, aunque como tales resulten muy útiles. Las memorias de Largo Caballero son decepcionantemente poco informativas, y Juan Negrín no dejó sus recuerdos. Esta carencia de biografías y autobiografías resulta para el historiador un obstáculo tan grande como la falta de memorias militares. Con la excepción de Rojo, el general Gámir y el coronel Casado, los oficiales superiores profesionales no han escrito sus recuerdos. No tenemos nada de Miaja, Hernández Sarabia, Matallana, Prada, Llano, Perea, ni de otros muchos. Y, entre las fuentes impresas, las de Rojo resultan poco informativas porque dicen bien poco acerca de los problemas cotidianos o acerca de lo que él opinaba, y Casado y Gámir escribieron simples apologías. No existe un libro semejante a los diarios publicados por generales de otros ejércitos después de guerras de importancia. Y tampoco, salvo de modo efímero, han registrado sus experiencias los soldados sin graduación.

Ello se ha debido a las circunstancias de la vida española desde el final de la guerra, y sólo recientemente han aparecido en España algunas obras de combatientes republicanos. Otros problemas los han constituido las dificultades materiales de publicación en el exilio y la especial reticencia de los españoles. Es para pensar que muy pocas personas escribieron diarios, y, además, las implicaciones emotivas de la guerra civil, la amargura entre los derrotados y exiliados y el temor a las consecuencias de sus revelaciones han disuadido a los perdedores de escribir. Y, naturalmente, todo lo escrito aparece sobrecargado de una parcialidad emocional.

La historia militar general de la guerra resulta apropiadamente tratada por los estudios, relativamente no tendenciosos y muy profesionales, del coronel Martínez Bande. Asimismo, se han publicado y han tenido una vasta audiencia estudios politicomilitares de este periodo. Las obras de Hugh Thomas (The Spanish Civil War, Eyre & Spottiswoode, 1961), Gabriel Jackson (The Spanish Republic and the Civil War, Princeton, 1965) y P. Broué y E. Témime (La révolution et la guerre d'Espagne, París, 1961) son los más importantes. Se han hecho algunos estudios económicos de la España republicana durante la guerra (F. Mintz, L'autogestión dans 1'Espagne républicaine, París, 1971, por ejemplo), y han publicado estudios sobre la implicación soviética y no soviética en la guerra española Patricia Van der Esche (The International Repercussions of the Spanish Civil War, La Haya, 1951), B. Bolloten (The Grand Camouflage, Hollis & Carter, 1961) y otros varios estudiosos norteamericanos. Así pues, parece que un estudio de uno de los ejércitos contendientes sería una útil contribución a la historiografía de la guerra civil española.

El presente no es un estudio de historia militar o social, sino que, fundamentalmente, pretende examinar el desarrollo de una institución, sus diversas características y aspectos peculiares y su hundimiento. Confío en que arroje luz sobre un periodo de la historia que interesa tanto al lector común como al historiador.

La parte más importante del trabajo de investigación realizado para esta obra ha consistido en el estudio de obras primarias y secundarias sobre la guerra civil española, así como en el examen de los archivos del Ejército republicano disponibles en la actualidad aunque dudo que en su totalidad, en Madrid. Este trabajo ha sido completado con la utilización de documentos oficiales en España, así como con correspondencia personal y entrevistas con hombres cuyos recuerdos y opiniones tienen alguna importancia. El examen de la abundante prensa y de los folletos editados por el ejército republicano ha sido muy valioso.

Debo profundo agradecimiento al profesor Hugh Thomas, quien me sugirió el tema, leyó el manuscrito y me alentó constantemente; también al Politécnico Central de Londres, por su ayuda para permanecer en España durante otoño de 1971. La Escuela de postgraduados en Estudios Europeos Contemporáneos de la Universidad de Reading y la Dirección General de Enseñanza de Londres me proporcionaron una ayuda financiera que agradezco muy de veras.

Igualmente deseo dar las gracias a los responsables españoles de los archivos militares y de la Hemeroteca municipal de Madrid. (1) Y entre mis informadores quisiera dar las gracias al profesor Stanley Payne, a Serafín y Miguel González Inestal y al fallecido Manuel Tagüeña, así como a todos aquellos a quienes menciono por sus iniciales porque desean conservar el anonimato. Toda opinión que no se atribuya directamente a sus fuentes es, naturalmente, mía propia. Por último, agradezco a mi esposa su aliento y la ayuda que me ha prestado con el manuscrito.


Michael Alpert
Londres, agosto de 1976


1. En el Servicio Histórico Militar se me facilitó la información que deseaba y se me abrieron los archivos con toda amabilidad, con la excepción de cierta información sobre determinadas personas concretas. Es posible que existan documentos sin catalogar.

En la Biblioteca nacional de Madrid pude consultar, después de mucho insistir, y bajo la mirada vigilante de un encargado del servicio, varios interesantes folletos editados por el Ejército popular. Resultan extrañas esas precauciones y el que se hayan "extraviado" otros folletos mencionados en los Cuadernos Bibliográficos del profesor Palacio Atard, cuando otros ejemplares de los mismos se pueden consultar con toda libertad, sin ni siquiera exhibir la documentación, en el Ministerio de Información y Turismo. Me consta que hoy ya no se puede consultar la prensa militar del Ejército popular en la Hemeroteca municipal de Madrid, aunque yo no tuve ninguna dificultad para hacerlo en 1971, cuando me presenté con una carta de recomendación, la cual era un requisito indispensable para conseguir el carnet de lector. De los Servicios documentales de Salamanca no puedo hablar porque las limitaciones de mi estudio y del tiempo de que disponía en España no me dieron ocasión a solicitar permiso para consultar esas fuentes.

Ahora bien, lo que si diría es que los archivos españoles no son públicos en el sentido de que estén abiertos a cualquier estudioso. Hay que establecer un status e ir recomendado, y dudo mucho de que un escritor que demuestre una actitud hostil hacia el régimen político actual o haya empleado los archivos contra el gusto de las autoridades vuelva a obtener permiso para trabajar en ellos.