Francisco Franco - El pequeño libro pardo del general

El vasco, un dialecto

Seguramente más por inercia de costumbre que con el animo de mantener sentimientos ciertamente desaparecidos para siempre y que sólo eran alentados por una audaz minoría, que ha sido vencida y ha huido de la España Nacional, todavía algunas Sociedades Cooperativas de las Provincias Vascongadas mantienen sus títulos sociales o permiten circular sus Estatutos o Reglamentos redactados en el lenguaje vasco, si bien casi siempre figura unida su traducción castellana. Y siendo absolutamente necesario que el sentimiento nacional y españolista se manifieste sin dudas ni vacilaciones de género alguno y de modo especialísimo en el espíritu y en los actos de las entidades relacionadas con el Estado, hecho éste que no pugna con el respeto que pueda merecer el uso de dialectos en las relaciones familiares privadas, previo informe del Ministerio del Interior, he dispuesto lo siguiente:

1º Queda terminantemente prohibido el uso de otro idioma que no sea el castellano en los títulos, razones sociales, Estatutos o Reglamentos y en la convocatoria y celebración de Asambleas o Juntas de las entidades que dependan de este Ministerio.

2° Las entidades a que afecta esta disposición procederán a efectuar las modificaciones oportunas de los referidos nombres, Reglamentos o Estatutos dando cuenta de haberlo realizado al Servicio de que dependan, de este Departamento, en el plazo máximo de treinta días, a contar desde el de la inserción de esta orden en el Boletín Oficial del Estado.

Boletín Oficial del 26 de mayo de 1937.


Vascos malos, navarros buenos

El sistema concertado que en materia económica regía las Provincias vascongadas entraña un notorio privilegio con relación al resto del territorio nacional, sujeto al régimen común, no sólo por la amplísima autonomía de que gozan en este respecto las Diputaciones de dichas provincias, sino por el menor sacrificio con que el contribuyente atiende en ellas al levantamiento de las cargas públicas, tanto más sensibles cuanto de antiguo han sido manifiestas y frecuentes las evasiones de carácter fiscal realizadas al amparo de este sistema, en perjuicio siempre del Estado.

Olvidándose muchísimos de los favorecidos por el concierto de esta prodigalidad que les dispensó el poder público, se alzaron en armas en Guipúzcoa y Vizcaya contra el Movimiento nacional iniciado el 17 de julio último [1936], sin que los constantes requerimientos realizados en nombre de España para hacerles desistir de su actitud lograsen el efecto pretendido. No es, pues, admisible que subsista ese privilegio sin agravio para las restantes regiones que con entusiasmo y sacrificio sin límites cooperan desde un principio al triunfo del Ejército, y sin mengua también de aquellas normas de elemental y obligada justicia, en que ha de inspirarse el nuevo Estado.

Mientras la singularidad del régimen fiscal y administrativo sirvió en algunas provincias como en la lealísima Navarra, para exaltar todavía más su sentimiento nacional y el fervor de su adhesión al común designio de la Patria, en otras, por el contrario, ha servido para realizar la más torpe política anti-española, circunstancia ésta que, al resultar ahora hasta la saciedad comprobada, no ya aconseja, sino que imperativamente obliga a poner término en ella a un sistema que utilizaron como instrumento para producir daños tan graves.

Las mismas consideraciones imponen que el sistema vigente en la actualidad en la provincia de Avala continúe subsistiendo porque ella no participó en acto alguno de rebeldía, y realizó, por el contrario, aportaciones valiosísimas a la causa nacional, que no pueden ni deben ser olvidadas en estos momentos.

Finalmente interesa hacer constar que al promulgar esta disposición se tiene muy presente que, tanto en Guipúzcoa como en Vizcaya, existen españoles de acendrado patriotismo, que antes y ahora sintieron vivamente la causa de España. Reconocido y proclamado así, nadie, en definitiva, podrá afirmar con fundamento que al equiparar unas provincias a la inmensa mayoría de las que integran la nación sometiéndolas a idéntico régimen tributario, no obstante ser notorias las diferencias en su manera de proceder, es acto de mera represalia y no medida de estricta justicia.

ABC, Sevilla, 24 de junio de 1937.


Fanatismo e intransigencia

Para la gran obra de redención de un pueblo, el fanatismo y la intransigencia son indispensables cuando se encuentran en posesión de la verdad. A vuestra fe y a vuestro fanatismo correspondo con el mío. Creo en España porque creo en la Falange, expresión política de nuestro renacer.

Discurso ante los Camisas Viejas en diciembre de 1942.


La vida y la muerte

Sabemos que con nosotros va la vida y, fuera de esto, la muerte de España.

Discurso del 7 de diciembre de 1942.


Convencer

No por considerarnos dueños de la verdad nos debemos creer en el deber de imponer nuestras ideas. No basta nuestra razón; en las batallas del pensamiento convencer es esencial.

Mensaje a los españoles. 31 de diciembre de 1955.


Retornar a la España cruel

También desde el campo de lo social aparecen ciertas amenazas por parte de cuantos pretenden retornar a la España cruel y dividida de antaño, cuando todos combatían contra todos, desde sindicato a sindicato y desde grupo a grupo, en una ley de la jungla que hacía imposible el orden de la nación y el progreso comunitario. A través de nuestro nuevo sindicalismo se ha logrado la reconciliación del mundo de la producción y del trabajo y se ha puesto fin a la cruenta lucha que entre sí sostenían las clases sociales e incluso los sindicalismos rivales.

Discurso en la sesión inaugural del XI Consejo nacional del Movimiento. 28 de noviembre de 1967.


Guernica 1

Los rojos destruyeron a Guernica premeditadamente y con fines de propaganda. Un Ejército como el nuestro que conquista ciudades como Bilbao sin disparar sobre ellas un solo cañonazo, es lo bastante para poner coto a la difamación.

Declaraciones a la United Press, julio de 1937.


Guernica 2

Los rojos la incendiaron como a Oviedo en 1934 y 1936 y lo mismo que a Irún, Durango, Amorebieta, Munguía y muchas ciudades durante la campaña.

Declaraciones al Liverpool Daily Post, julio de 1937.


García Lorca

Se ha hablado mucho en el extranjero de un escritor granadino, se ha hablado mucho porque los rojos han agitado este nombre como un señuelo de propaganda. Lo cierto es que en los momentos primeros de la revolución de Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos ; son los accidentes naturales de la guerra. Granada estuvo sitiada durante muchos días, y la locura de las autoridades republicanas, repartiendo armas a la gente, dio lugar a chispazos en el interior, en alguno de los cuales perdió la vida el poeta granadino.

Como poeta, su pérdida ha sido lamentable, y la propaganda roja ha hecho pendón de este accidente, explotando la sensibilidad del mundo intelectual.

Declaraciones al corresponsal de La Prensa de Buenos Aires.


¡ Victoria!

Sólo la victoria total o la rendición completa y sin condiciones del gobierno de Valencia, pueden poner fin a la guerra. Por humanitarismo y por españolismo, yo quisiera ahorrar muchas vidas y que ese fin se precipitase. Esta guerra es la salvación de la España unificada y nuestros héroes y mártires gritan ¡ Victoria ! La tendrán y por ello la España nacional no admitirá ninguna condición que no sea la rendición total del enemigo.

Declaraciones a la United Press, julio de 1937.


400 000 asesinatos

Es aún prematuro señalar una cifra, tanto al número de víctimas como al de pérdidas materiales. Las de la guerra, por lo que toca a nuestro campo, son muy reducidas ; en el campo rojo son elevadísimas, pues no en vano han sido constantemente derrotados; pero el número de muertos ha sido mayor por el abandono por los rojos de sus heridos, de haber rematado sobre el propio campo, los comisarios y agentes, a los heridos graves.

Los asesinatos en la zona roja hasta hoy se calculan por los datos recogidos, que pasan de cuatrocientos mil.

Declaraciones a la United Press, 18 de julio de 1938.


Los sublevados eran los rojos

El Movimiento nacional no ha sido nunca una sublevación. Los sublevados eran, y son, ellos: los rojos. Vulnerada la Constitución que ellos mismos hicieron, negados los más elementales derechos del hombre, comenzando por el de la vida; entregada España entera al dominio de los pistoleros, lanzadas las clases trabajadoras a una cruenta lucha fratricida, el Ejército interpretó el anhelo de la mayoría de los españoles hartos ya de asesinatos, saqueos y arbitrariedades. El Movimiento llegó cuando tenía que llegar: antes hubiera sido imprudente. Al Ejército no le es lícito sublevarse contra un partido ni contra una Constitución porque no le guste, pero tiene el deber de levantarse en armas para defender a la Patria cuando está en peligro de muerte.

Declaración a ABC de Sevilla, 10 de julio de 1937.


O católico o nada

Además, cada pueblo reacciona también a su manera y según su concepción de la vida. ¡ Nuestro levantamiento es de sentido español! ¿ Qué puede haber de común entre nuestro Movimiento y el hitlerismo que fue, ante todo, una reacción de sentido alemán contra el estado de cosas engendrado por la derrota y la abdicación y la desesperación que le siguieron ? La mística racista no podría, además, explicarse más que por la falta de unidad religiosa de Alemania dividida entre protestantes y católicos. Añado para explicar las violencias anticatólicas de los nazis, el papel que ha desempeñado el catolicismo como partido político durante los años de Weimar. Por su alianza con la socialdemocracia había terminado por aparecer como una minoría confesional dirigida contra la nación. Nosotros somos católicos. ¡ En España se es católico o no se es nada !

Declaraciones a Henri Massis, Candide, 18 de agosto de 1938.


Yo no soy un sanguinario

¡ Oh, yo hubiese podido movilizar a miles de ciudadanos; me bastaba con distribuirles armas, cualesquiera que fuesen: carabinas, fusiles, etc., como los rojos han hecho ; pero no quería ver a los españoles diezmados por ráfagas de artillería; por eso no he movilizado ni he armado a las masas, como han hecho los comunistas en territorio rojo ! He preferido apoyarme en verdaderos soldados, dar el tiempo necesario a la instrucción de los reclutas y de los voluntarios que afluían a nosotros de todos los pueblos de nuestro territorio.

" ¿ Dónde estamos ? " Artículo publicado en La Revue Belge. 15 de agosto de 1937.


La Virgen María

En el rico patrimonio de tradiciones populares, vital y auténtica manifestación del genio nacional, figura con marcado relieve que los siglos fueron cincelando, la devoción española a la Virgen María Madre de Dios. La escuela faltaría a su misión esencialmente formativa si no recogiera esos latidos, que por ser del espíritu popular lo son de la Cultura, incorporándolos a la tarea pedagógica para imprimirle elevación en los conceptos y fragancia de juvenil alegría en el estilo, características de la escuela de la España que renace, frente al laicismo y cursi pedantería de la Escuela marxista que hemos padecido.

En su virtud, esta Comisión de Cultura y Enseñanza ha acordado:

Primero. Que en todas las escuelas figure una imagen de la Santísima Virgen, preferentemente en la españolísima advocación de la Inmaculada Concepción. Quedando a cargo del maestro o maestra, proveer a ello, en la medida de su celo, y colocándola en lugar preferente.

Segundo. Durante el mes de mayo, siguiendo la inmemorial costumbre española, los maestros harán con sus alumnos el ejercicio del mes de María, ante dicha imagen.

Tercero. Todos los días del año a la entrada y salida de la escuela, saludarán los niños como hacían nuestros mayores, con la salutación " Ave María Purísima ", contestando el maestro " Sin pecado concebida ".

Cuarto. Mientras duren las actuales circunstancias, los maestros todos los días harán con los niños una brevísima invocación a la Virgen para impetrar de Ella el feliz término de la guerra.

Lo que digo a vuestra excelencia para su conocimiento, el de la Junta de Inspectores y el de los Maestros de la provincia, esperando de que todos pondrán el mayor esmero en su cumplimiento.

Boletín Oficial, 10 de abril de 1937.