Francisco Franco - El pequeño libro pardo del general

EL PEQUEÑO LIBRO PARDO DEL GENERAL


Autor: Anónimo.
Editor: Ruedo Ibérico.
Lugar y fecha: Francia, 1972. Edición en castellano,
Páginas: 199.


CONTENDO

Ruedo Ibérico publica «El pequeño libro pardo del General» con una clara alusión ya en el título, al Jefe del Estado español. Y así es, efectivamente, porque a lo largo de sus casi doscientas páginas se recogen citas, declaraciones, discursis [sic], artículos, mensajes y alocuciones del Caudillo, en diferentes lugares y fechas.

El texto se abre con unos párrafos de José María Pemán, publicados en el numero 1 de la revista «Ejército», en febrero de 1940, titulados «Semblanzas del Caudillo Franco». Pasa luego el libro a agrupar bajo catorce epígrafes las distintas citas del Caudillo en distintas ocasiones históricas más o menos conocidas, extraídas de un contexto general, pero parcial evidentemente.

Se recoge lo que interesa recoger.

El primer epígrafe se titula «Jehová y su profeta», en el que la figura, el nombre de Dios, está presente en todas las manifestaciones del Generalísimo tanto en la guerra como en la paz. Algunos de estos subepígrafes llevan por título las siguientes expresiones lapidarias: «Dios me asiste y me asistirá», «Dios» «Dios marca el destino», «Dios escucha a España», «La victoria está en manos de Dios», «Gracias a Dios tuvimos monjes-soldados», «España predilecta de Dios...».

Es intención, pues, del autor o autores de esta publicación de «Ruedo Ibérico», presentar la figura del Caudillo como visión teocrática y mesiánica, expresando el título, por sí solo, la inconfundible intención de llevar al lector hacia una con-secuencia lógica, partiendo de las palabras impresas, que son esencialmente ciertas y verídicas, pero a las que falta el contexto y la explicación del momento histórico o psicológico en el que fueron pronunciadas.

El segundo epígrafe del libro -o capítulo, si bien no están numerados-, se inserta bajo el título de «cuatro milagros, dieciséis profecías y varias clarividencias».

Siguiendo el sistema ya dicho, de expurgar concretas citas, el capítulo pretende resaltar evidentemente, la falta histórica de las palabras con la realidad histórica. Llama «milagros» a concretas afirmaciones del Generalísimo de signo político y económico, y denomina «profecías» y «clarividencias» a la particular visión que en un momento determinado tiene el Generalísimo Franco sobre el mundo que le rodea, los sistemas políticos, la guerra, la paz, la economía, las maniobras extranjeras, el comunismo, el catolicismo, el régimen que él ha fundado, etc.

Ya es curioso observar que en éste, como en otros capítulos del libro existe una abundancia manifiesta de citas, referentes a los años de preguerra o inmediatamente posterior a la misma, con lo cual la intencionalidad de situar al personaje en una concreta y expresiva situación vital, geográfica e histórica, no deja lugar a dudas, sobre todo si se tiene en cuenta la impresión que ha de producir al lector el recuerdo de unas fechas trágicas para su proyección humana.

Se refiere el tercer epígrafe a «La guerra, la paz, la vida y la muerte».

Como no podía ser menos, las citas seleccionadas para este capítulo presentan la figura del Caudillo como el general de la guerra y del levantamiento, y así, los epígrafes son bien expresivos: «La paz cansa», «la recia voz de la fuerza», «exigiremos cuentas», «si resistís, madrileños, os castigaré», llegando a la cota más definitiva con la cita de un discutido texto de Luis Ramírez, poniendo en boca de Franco estas palabras: «Si es necesario fusilaré a media España». Nada, pues, se deja en el tintero para darnos la imagen de un hombre situado en el momento dramático de una encrucijada histórica: el poder telúrico de los muertos, la guerra inacabada, el poder de las armas, la muerte de los españoles que combaten la guerra religiosa, los delincuentes políticos, la revancha, las fugas, las estadísticas de asesinados... Nada se ahorra, en definitiva, para calificar la etapa de la guerra civil y la paz que la sucede. Como ocurre en los restantes títulos del índice, lo menos son los propios discursos o declaraciones que se reproducen; lo más, son las apostillas con que se encabezan estas recensiones y la intencionalidad de las mismas.

En el cuarto capítulo de «El pequeño libro pardo del general» -que efectivamente se edita en pastas de color pardo-, se reúne un ramillete de trozos de discursos y declaraciones a periódicos nacionales y extranjeros, sobre la incomprensión internacional en los momentos cruciales de la guerra civil, el bolchevismo y sus aliados, la pacificación de Europa, las relaciones con los países vecinos, el europeísmo, Stalin, los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, las maquinaciones internacionales...

En «Las afinidades electivas», quinto epígrafe del libro, se resalta la declaración de Salamanca, a raíz del reconocimiento del Gobierno de Burgos por Alemania e Italia, las relaciones con el Führer y con el Duce, la entrevista de Hendaya el 23 de octubre de 1940, el protocolo de Hendaya, y, posteriormente, en la posguerra europea, el régimen por Hitler y Mussolini, la postura negativa del fascismo, etc.

El sexto epígrafe de «El pequeño libro»... presenta «Una idea de España y un tomate». Se recogen aquí las referencias del Caudillo en sus discursos y declaraciones a la prensa nacional y extranjera, sobre el problema vasco, el nacionalismo, la España imperial, los dominios familiares... y alguna reproducción de «Raza» (1942).

En «Doctrina, régimen y política» -séptimo capítulo, sin enumerarse, hace un esfuerzo para presentar la idea del Caudillo sobre tales puntos y circunstancias. Parte la selección del subtítulo «Habilidad», recogida de la entrevista con el embajador alemán, tomado a su vez de «Documents on German Foreign Policy», en la que Franco declara que «haré que todos los que luchan contra la República acepten una doctrina común: todos, tanto el Ejército, como la Falange, el Requeté, las derechas y los monárquicos».

Seguramente, a pesar del autor o autores del libro, en el presente epígrafe resplandece por sí sola la figura de Franco como político, que maneja el Poder con templanza y prudencia. Una serie de declaraciones del General a la prensa extranjera -Jornal do Brazil, Candide- matizan su idea política, que no puede menos que considerarse prudente y original, equilibrada y patriótica. «Yo hubiese podido movilizar a miles de ciudadanos... pero no quería ver a los españoles diezmados, ni he armado a las masas como han hecho los comunistas en territorio rojo». «¿Donde estamos?» La Revue Belge 1937. «Le ruego no considere al Movimiento Nacional, que puso a la nación en armas, como una simple sublevación militar; que la nación, sintiendo en peligro los fundamentos de sus garantías tradicionales se irguió para establecer su defensa contra el crimen... El Ejército no puede enfrentarse contra un Gobierno a una Constitución, pero tiene el deber de salvar a la Patria cuando ella está, como sucedía en julio de 1936, en peligro de muerte (Jornal do Brazil, 1938). O bien: « ¡Nuestro levantamiento es de sentido español! ¿Qué puede haber de común entre nuestro Movimiento y el hitlerismo que fue, ante todo, una reacción de sentido alemán contra el estado de cosas engendrado por la derrota y la abdicación y la desesperación que le siguieron?» (Declaraciones a Henri Massis, Candide 18 de agosto de 1938). «Nosotros aspiramos a que la representación del campo sea una representación sincera del campo español: no la especulación sobre él» (a la Asamblea de Labradores y Ganaderos el 13 de diciembre de 1947). «La justicia es compatible con la convivencia y con la alegría» (a los obreros de los Astilleros Echevarrieta, Cádiz, 1948), «nosotros construiremos la democracia verdadera, no aquella que no tiene de democracia sino el nombre y que permite la explotación de los débiles por los poderosos..., lo que nosotros queremos es el enriquecimiento material y moral de todo el pueblo español, dentro del espíritu de fraternidad humana, que tiene su origen en los preceptos del Evangelio» (entrevista a Henri Massis: Chefs), «No somos derechas ni menos izquierdas, ni somos centro» (inauguración de las emisiones para América, de Radio Nacional, 1945), «Los regímenes y las personas han de ser para España, y no ésta sacrificarse a aquéllos» (Consejo Nacional, 1942).

«Pensamiento social» es el título del octavo epígrafe, bajo el que se inserta con pretendida intención, el pensamiento social de Franco. Arranca el título de las declaraciones a T. R., publicadas en Collier's (7 de agosto de 1937): «La absoluta igualdad de clases será uno de los factores necesarios, inherentes al nuevo Estado español, que tendrá un carácter fundamentalmente democrático». A ella siguen subepígrafes sobre el obrero y la Santa Hermandad (referida a la unión del pueblo con el Ejército), la revolución, la lucha de clases, los Sindicatos, la emigración...

Con la misma tónica se inserta «Pensamiento económico, científico y petroquímico», noveno capítulo de la obra, que intenta resumir el tema a través de la repetida selección de textos, sin olvidar, lógicamente, las citas de algunas anécdotas intrascendentes que el autor del libro desea disminuyan la grandeza del personaje.

En «Pensamientos higiénicos y erohistóricos» -décimo capítulo-, se recogen alusiones a la sífilis en un discurso pronunciado ante los cadetes de la Academia General en 1931; el bajo sentido moral de algunas regiones, los pueblos viriles, entre los que cabe incluir a España...

«Sobre la fidelidad a la Monarquía y a la República» -epígrafe undécimo- se desgranan varias citas tomadas de «Raza» (1942); de la conversación con Azaña reproducida por Gil Robles, de la carta a Casares Quiroga, un mes antes del Alzamiento; de la proclama de Santa Cruz de Tenerife etc.

El más breve de los epígrafes es el duodécimo sobre «4 consejos a un Príncipe», en el que se espigan párrafos de sus cartas a don Juan de Borbón de fechas 27 de mayo de 1943, 5 de enero de 1944 y 23 de enero de 1946.

El penúltimo capítulo de la obra se titula: «La Cristiandad, la Virgen y la Iglesia». Junto a anécdotas tomadas de la obra de Luis de Galinsoga «Centinela de Occidente», se recogen textos del Boletín Oficial del Estado de los años 1937-1938, alusivos a la Virgen María y al restablecimiento del Crucifijo en las escuelas. Asimismo, sobre Santiago, padre espiritual o Patrón de las Españas; el liberalismo, el comunismo y los seglares; la ética y la política, la cultura religiosa, el mal, la Iglesia acorralada y el sentido cristiano de nuestra tradición.

Termina la obra de Ruedo Ibérico con el capítulo titulado «Autorretrato», en el que se recogen anécdotas sobre la personalidad de Franco, tomadas de Gil Robles (de su obra «No fue posible la paz»), de Luis de Galinsoga («Centinela de Occidente»), Luis Ramírez («Francisco Franco. Historia de un mesianismo»), Arrarás («La obra de Franco»), «Raza», «Crónica de la Guerra Española», y diversos periódicos y publicaciones extranjeras.

En este último capítulo, como intencionado resumen, bajo el subepígrafe de «Vitalicio», se reproducen unas líneas del discurso en la Plaza de Oriente el primero de octubre de 1971: «... mientras Dios me dé vida y claridad de juicio seguiré empuñando el timón del Estado al servicio de la Unidad, la Grandeza y la Libertad de nuestro tiempo».


JUICIO

Lo que no se explica en el libro «El pequeño libro pardo del general» es el sacrificio del hombre, la grandeza de su figura histórica, la irrenunciable voluntad de servicio al país y la manifiesta y clarísima transformación de las estructuras sociales, políticas y económicas. Su desarrollo, su dignidad en el concierto internacional, su paz y su progreso en todos los órdenes.

Por ello no es honrado confeccionar un texto a base de citas, aunque sean auténticas, si al lado de las mismas no se aclara el sentido profundo del entorno socio-histórico que las motiva.

Con todo, el libro de Ruedo Ibérico no apunta otra cosa que la convicción, nunca desmentida, de que Francisco Franco es un hombre excepcional.


In Boletín de Orientación Bibliográfica nº 105, mayo 1975, pp. 23-26 y repetido en ibid., nº 111-112, noviembre-diciembre 1975