Éditions Ruedo ibérico
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Ha llegado el momento de dar por terminada la empresa de este Suplemento anual de Cuadernos de Ruedo Ibérico. Empresa que ha corrido, a lo largo de largos meses, a cargo de un grupo de trabajo de nuestra redacción, bajo la dirección de José Martínez, y en la que han participado, junto a los redactores y colaboradores más asiduos de la revista, especialistas de diversas disciplinas, reunidos todos por la común necesidad de un análisis, global y minucioso, de la sociedad española.

A pesar de las 724 páginas de este Suplemento, en dos tomos, no puede decirse que hayamos conseguido realizar, en cada uno de sus puntos, el plan editorial elaborado previamente. Dificultades objetivas -entre las cuales cabe destacar la propia dispersión geográfica de los colaboradores- lo han hecho imposible. Pero, a la hora de un balance crítico, no cabrá olvidar otros factores: la falta de nervio político de ciertos sectores de la izquierda intelectual, la mediatización de otros por recelos impuestos, por amenazadores anatemas, de izquierda y de derecha.

Entre las lagunas de nuestro Horizonte español 1966 -evidentes para cualquier lector atento- es necesario subrayar aquí las más serias, las que introducen un relativo desequilibrio en la arquitectura general de la obra. Falta, en primer lugar, una visión crítica, coherente, que se hubiera desplegado en uno o en varios ensayos, de la problemática cultural española. Los trabajos recibidos -todos ellos interesantes- no rebasaban el nivel de un enfoque sectorial, parcelizado, y su publicación hubiera subrayado aún más la ausencia de visión crítica global. De ahí que decidiéramos dejar, a sabiendas, este sector en blanco, con el propósito de ir abordándolo, paulatinamente, en las próximas series de nuestra revista.

La laguna más seria, sin embargo, el tema que más brilla por su ausencia, es el del Ejército. No parecía concebible, como es lógico, una visión analítica de los problemas españoles actuales, tales y como han ¡do configurándolos veintitantos años de historia, sin una cala, lo más profunda posible, en esa espesa realidad del Ejército, enfocada desde los tres obvios puntos de vista: el militar, el social y el político. El que no hayamos sido capaces de publicar un trabajo digno sobre tema tan fundamental -algo que se situara por encima de las habituales banalidades, tópicas unas y otras de cuño más reciente, que la oposición de izquierdas suele proferir a este respecto- no deja de ser significativo. La Iglesia, la Banca, el Opus, la oligarquía, la diplomacia, la prensa, el sindicalismo vertical, por no hablar de las estructuras básicas de la sociedad española, han ido desvelándose, ante el esfuerzo analítico de los colaboradores de este Suplemento. El Ejército, no. Sigue siendo una realidad relativamente opaca. Y se trata de un dato que convenía subrayar, porque mide distancias y retrasos, huecos que colmar.

A la hora de concluir estas breves observaciones preliminares, se impone asimismo hacer constar que no se trata aquí de un ensayo en treinta capítulos, sino de treinta ensayos reunidos en un haz que se propone esclarecedor, al menos en cuanto a lo esencial. Ello quiere decir que en esta obra colectiva no faltan enfoques distintos, divergencias sobre apreciaciones concretas, calificaciones diversas de los mismos hechos. Hubiera sido posible limar algunas de esas divergencias, medir todos los ensayos según el rasero de un criterio redaccional más estricto. Hubiera sido posible, pero artificial. Porque dichas divergencias reflejan una realidad contradictoria, una visión de ésta todavía no elaborada hasta sus últimas consecuencias, y era intelectualmente más honesto presentar el resultado provisional de este esfuerzo colectivo con todos sus matices.

La tesis fundamental, que aglutina y unifica, sin embargo, todos los análisis aquí presentados -en la medida en que abordan el problema de una estrategia posible de la izquerda española- podría formularse con palabras de Ángel Bernal, en su notable ensayo sobre el movimiento universitario: «...en la España de hoy, democracia y socialismo son dos perspectivas hermanas, dos objetivos revolucionarios imbricados reciprocamente de tal forma que sólo a un razonamiento abstracto y torpe se le puede ocurrir desligarlos ». Y precisando aún más: «La vieja lucha democrática se desprende poco a poco de sus vinculaciones históricas con la burguesía, para establecer otras nuevas vinculaciones, mucho mas estrechas, con el movimiento obrero y socialista».

Esta tesis, naturalmente, es programática. Exige, no sólo una elaboración teórica minuciosa y concreta sino un comienzo, al menos, de aplicación practica. En el umbral de ambas se detiene este trabajo colectivo. O sea, aún queda un largo camino que recorrer.


JORGE SEMPRUN