El obispo Blázquez pide el perdón para la Iglesia por su papel en la guerra civil

Discurso rupturista del líder episcopal, que apela al modelo conciliador de Tarancón
Juan G. Bedoya
 
El obispo Ricardo Blázquez acaba su mandato al frente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con dos mensajes que han dejado hoy mudos a muchos prelados. El líder episcopal, prelado de Bilbao, ha pedido perdón para la Iglesia católica por “actuaciones concretas” de sus miembros durante la II República y la guerra civil —años 1931 a 1939, “el decenio de los treinta”, en palabras del prelado—, y ha recordado al cardenal Vicente Enrique y Tarancón como un hombre providencial por haber aplicado en España el Concilio Vaticano II y por convertirse en “instrumento eficaz de reconciliación” tras la muerte del dictador Franco. Los anticlericales de derechas y muchos obispos execraron de Tarancón por su actitud aperturista.

Hasta ahora los obispos han considerado a su Iglesia víctima de la República y de la guerra civil, pese a haber impulsado y apoyado el golpe militar que desató la guerra fratricida el 18 de julio de 1936, y bendecido como cruzada las acciones bélicas que desembocaron en una férrea dictadura de 40 años. “La Iglesia, en la guerra civil, fue sujeto paciente y víctima”, proclamó el 7 de abril de 2000 el entonces portavoz de la CEE, hoy obispo de Córdoba, Juan José Asenjo.
Esto ha dicho hoy el presidente Blázquez a la Asamblea Plenaria de la CEE, la última de su mandato: “En muchas ocasiones tendremos motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo y por las personas que actuaron; y probablemente en otros momentos ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos, ya que la purificación de la memoria, a que nos invitó Juan Pablo II, implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el cambio de actitud y el propósito de la enmienda”.
Escuchando a Blázquez, sentado a su izquierda en la presidencia, se encontraba el cardenal Antonio María Rouco. Era la primera vez que acudía a tiempo para oír un discurso de su sucesor en la presidencia. El cardenal de Madrid fue desalojado del liderazgo de la CEE hace tres años porque no logró los dos tercios de los votos necesarios para un tercer mandato. Hoy ha vuelto, por fin, quizás porque se abría la precampaña de las próximas elecciones episcopales, convocadas para marzo de 2008, en las que quiere ser protagonista, según sus numerosos seguidores.
El perdón reclamado ahora por Blázquez contrasta con la actitud elevada a documento oficial del episcopado cuando Rouco era presidente. Fue el 20 de noviembre de 1999, bajo el título La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX. Decían entonces los obispos sobre la que llamaban “la guerra civil más destructiva” de las historia: “No queremos señalar culpas de nadie en esta trágica ruptura de la convivencia. Deseamos más bien pedir el perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el Evangelio reprueba”.
In El País, 19/11/2007
Rouco reclama más espacios de libertad para los católicos
El cardenal de Madrid clausura el noveno congreso de los propagandistas
Juan G. Bedoya
 
«Los hijos no son ni del Estado ni de la sociedad. Son de sus padres», proclamó ayer el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, ante el IX Congreso Católicos y Vida Pública. Menos catastrofista que de costumbre, pero convencido de los desastres que acarrean a España el laicismo, una sociedad «sin Dios», la educación promovida por el actual Gobierno y, en suma, el que éste haya dado la espalda «a la ley natural», Rouco reivindicó para sus fieles «un espacio público en el que la fe pueda ser mostrable con libertad y en libertad». Añadió: «El católico no debe limitarse a ser un fiel cristiano, sino alguien que vive su vocación secularmente, es decir, en el mundo».
La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación San Pablo-CEU organizan este congreso respaldadas por 300 personalidades de la vida pública nacional e internacional. En esta ocasión han opinado 57 ponentes ante algo más de 1.500 personas. El tema general fue Dios en la vida pública. La propuesta cristiana, con variaciones que permitieron abordar, muy críticamente, aspectos de la actualidad española como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, la reforma educativa, desviaciones legislativas respecto a la ley natural, los límites del poder en la democracia o la relación entre libertad y conciencia para la «ciudadanía cristiana».
Rouco tituló su conferencia Exigencia y compromiso del católico en la vida pública, con la intención de hacer, dijo, «un resumen práctico» del congreso. En esa idea describió las condiciones que han de concurrir para que se pueda dar una efectiva participación del católico en todos los ámbitos. «La vida pública no se ciñe a la vida política, implica a toda la sociedad», afirmó.
Entre las dificultades que tienen los católicos para desarrollarse en España, el cardenal señaló al laicismo radical -«como doctrina política llega a cuestionar derechos fundamentales como el derecho a la vida», opinó- y el relativismo «que niega la existencia de una verdad moral».
El presidente de la ACdP, Alfredo Dagnino, avanzó más. «La regeneración pasa por la afirmación de la moral en la vida de nuestras democracias. No nos debe dar miedo la moral», dijo.
In El País, 19/11/2007

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