Pío Moa. El historiador de la casquería

A su sombra, el resto de jinetes palidece. Losantos nos parece tibio; Ussía, educado; Vidal, riguroso, y Dávila, moderado. Él solo acarrea la guerra, la hambruna, la muerte y la enfermedad. Dudamos ante tanta víscera sanguinolenta: ¿aullamos por miedo, por indignación, por risa?
José María Izquierdo, El País, 29.8.2010
Es tan excesivo que siempre que te asomas a cualquiera de sus textos temes que te enfanguen sapos viscosos, hígados putrefactos y litros de sangre oscura, espesa y maloliente. Algunos son desechos históricos. Esto, por ejemplo, lo escribía Moa hace apenas mes y medio: «Hoy es 18 de julio, aniversario del levantamiento legítimo contra un gobierno-régimen ilegítimo, según creo haber demostrado. De aquel levantamiento procede la época de paz más prolongada que haya vivido España desde tiempos lejanos, también de mayor prosperidad, de abandono de viejos odios y, en fin, la democracia…». Así que ante tanta excelencia, Moa ha elegido bando: «No pienso en modo alguno enrolarme en el amplio coro de antifranquistas que une en un haz, en un fascio, a Josu Ternera, a Otegui, a Carod, a Ibarreche, a Maragall, a Zapo, al portavoz de la corrupción y el terrorismo gubernamental Rubalcaba, a De Juana Chaos, o al héroe de Paracuellos». Y es que los rojos son, además, mentirosos: «Una de las más indignantes falsedades de los enemigos de la justicia y la democracia encubiertos hoy como antifranquistas es precisamente su invocación a ‘la dignidad de las víctimas del franquismo’. Pero ¿quiénes fueron esas víctimas? Entre los fusilados y damnificados por el franquismo hubo un número muy elevado de chekistas y autores de crímenes realmente sádicos, sicarios abandonados por sus jefes huidos al extranjero con inmensos tesoros robados al pueblo español».
Bien. Sentado su parecer histórico, vayamos, por ejemplo, a sus opiniones-gallinejas sobre los políticos actuales en su conjunto, que luego iremos al menudeo. ¿Les basta como ejemplo su reacción al documento firmado por todos los diputados tras la muerte del cubano Orlando Zapata? Fue ésta: «¿Cómo va a condenar al castrismo un Charlamento envilecido, formado mayoritariamente por delincuentes pro terroristas y pro chekistas, miembros de partidos corruptos hasta la médula y encubridores del 11-m, la chusma de las Cortes, esas gentes de la trola, el choriceo y el puterío?».
Aunque las entrañas que más le gustan son las de Zapatero. Julio de 2004: «Zapatero ha obtenido el gobierno mediante las elecciones más sucias y marrulleras de la historia de la democracia española, rompiendo las exigencias del juego democrático o utilizando a su favor a quienes las rompían, y en alianza con fuerzas siniestras que le exigirán el pago». Y el paso del tiempo solo ha servido para reafirmarle: «Desde 2004 tenemos un gobierno mafioso, esto es, ilegal e inmoral, conculcador de la Constitución, aliado del terrorismo, de los separatismos, de totalitarismos como el cubano o tiranías amenazantes como la marroquí, socavador de la independencia judicial, de la familia, fomentador de todas las formas de corrupción y que se siente heredero de un Frente Popular a su vez ‘rojo’ y causante de la guerra civil».
Pero quizá lo peor de Zapatero sea su abyecta servidumbre con ETA. «Los servicios de los socialistas a la ETA han sido inverosímiles (…): ha legalizado sus aparatos políticos, les ha inyectado gran cantidad de dinero público, ha dado a los terroristas proyección internacional, más dinero con motivo de la ‘ley de memoria histórica’, les ha facilitado una buena imagen mientras trataba de hacer añicos la de las víctimas del terrorismo, de silenciarlas y dividirlas. Ha justificado y premiado, en fin, el asesinato como método de hacer política». Porque en definitiva, ¿acaso hay alguna diferencia entre socialistas y etarras? Dos gotas de agua, explica Moa: «Son muchos y muy importantes los lazos entre el gobierno actual y los pistoleros: unos y otros se proclaman ‘rojos’ y socialistas: son profundamente ‘antifranquistas’ (…) denuncian las «injusticias del capitalismo» en el mundo; simpatizan con ‘los pueblos oprimidos’ y las ‘civilizaciones’, como llaman a las cleptocracias tercermundistas; son feministas y amantes del ‘progreso’; tienen en poco a España, su unidad y carácter nacional, por no decir que los desprecian… Hay, realmente, muchas y sólidas coincidencias ideológicas entre Zapo y De Juana Chaos, entre la vice y Ternera, que permiten un amplio abanico de negocios y diálogos».
¿Hemos escrito feministas? Más para la casquería: «Leo que, al grito de ‘nosotras parimos, nosotras decidimos’, un grupo de feministas agredió a un anciano en Madrid, y otro grupo se desnudó en Barcelona durante y contra las manifestaciones antiabortistas. Con seguridad, esas marimachos y arpías no paren (y hacen bien, por lo que atañe a su posible prole)». O bien esta otra mollejita: «Si alguien creyera aún en la inferioridad de la mujer, podría encontrar un sólido argumento en las tiorrejas del gobierno y la mayoría de las diputadas. ¡Qué elementas! Y con toda desvergüenza, dicen representar a ‘la mujer’. Afortunadamente no es así, pero debe reconocerse que contaminan mucho».
También le gusta exponer en el puesto del mercado, colgados de los ganchos, algunos escritos sobre homosexualidad: «Por supuesto, no odio a los homosexuales. Tengo amigos o conocidos que lo son y no se me ocurre juzgarlos a partir de su desgracia -pues sin duda lo es- (…) Parece bastante claro que la homosexualidad es una tara, es decir, una desviación de la sexualidad normal, demasiado evidente para precisar muchas explicaciones». Que quede claro que «nadie en su sano juicio ‘opta’ por la homosexualidad, como no opta por la cojera, o por la miopía o por una inteligencia escasa».
No quiero dejarles una imagen amarga de este último jinete, y por tanto de la serie, así que les regalo una propuesta suya de chiste, a raíz de aquella famosa portada de El Jueves con los Príncipes: «¿Por qué no una caricatura de Zapo y su señora en la misma posición, más Zerolo dando al primero por detrás (motivo de orgullo para ambos)?».
Por dejarles con una gracia.
(Los jinetes del Apocalipsis: …).
Luis Pío Moa Rodríguez
nació en Vigo en 1948. Se ha especializado en temas históricos, preferentemente de la II República, la Guerra Civil y el franquismo. Ha escrito numerosos libros, algunos de gran éxito. El último es una Nueva Historia de España, en la editorial de El Mundo. Tiene su propio blog, escribe en Libertad Digital y en Época. En las postrimerías del franquismo militó en el PCE, en el PCEr y actuó con los GRAPO. Luego cambió. Exuberante en el lenguaje, su prosa se reseca para relatar su participación en el asesinato de un policía en 1975: «Yo llevaba un jersey muy grande y ancho, y, oculto en la manga, un martillo de soldador (…) Cerdán llevaba una pistola pequeña, que casi parecía de juguete (…) se puso frente al policía, y yo del lado donde éste tenía el arma. En caso de que la pistola de Cerdán fallase y él quisiera sacar la suya, pensaba destrozarle la mano de un martillazo».
(Ver http://www.elmundo.es/cronica/2004/431/1074518894.html)

Comentarios 1

  • Pío Moa es un engendro, al igual que Losantos. Son peleles de usar y tirar, nada respetables. A mi los que me dan miedo son los otros, los respetables. Los que pasan por ser intelectuales de pro, gente moderada, pero que, en el fondo, defienden las mismas tesis, y hacen más daño. Me refiero a los Santos Juliá, a los López Burniol. Estos escriben en El País y defienden por igual al franquismo, afirmando que fue un cambio histórico cuya responsabilidad ha de ser compartida tanto por la derecha como por la izquierda. Estos son peores, porque son más inteligentes que el encefalograma plano de Pío Moa, enfocado a otros encefalogramas planos. Deja Moa a los taxistas que escuchan la COPE. Santos Juliá, López Burniol son para las clases medias, con puestos de responsabilidad en la sociedad. Son estas gentes las que anquilosan el sistema político e impiden avanzar a la verdadera izquierda porque nunca saludarán con el brazo en alto (o eso espero), pero tampoco criticarán en lo más mínimo a «don» Juan Carlos porque «nos trajo la democracia». Santos Juliá, Burniol son los verdaderos intelectuales («mandarines», los llamaría Chomsky) orgánicos del sistema. Son los que le dan legitimidad. Debemos combatir más a estos, a los que legitiman el sistema, más que a los otros, a los fascistas demasiado claros.
    Pasa lo mismo a nivel político. A mi me da miedo el facha de Anglada y su partido, Plataforma per Catalunya, no por sí mismos, que siempre serán una minoría, sino porque empujan a los otros, a los partidos «democráticos» como CiU, a poner en marcha iniciativas políticas hasta ahora consideradas tabú, gracias a que les limpian el terreno, porque -por comparación- les hacen parecer moderados. Es a eso a lo que se dedica Moa. A hacer que Rajoy parezca un demócrata y Zapatero un héroe de la República y la Memoria Histórica. Y así Juliá y Burniol tienen cancha para rato, porque dan argumentos al PP mientras critican a Zapatero por hacer lo que, en realidad, no hace, que es «abrir viejas heridas», practicar una política «guerracivilista» y «revanchista». Pero si es mentira!! Zapatero no ha hecho nada de eso!!! Si tiene que ser en lugares como Argentina donde se juzgue al franquismo, porque aquí es imposible!! ¡Si esta Ley de Memoria Histórica ha sido otra ley de punto final, al igual que lo fue la Ley de Amnistía del 77!
    La conclusión a mi me parece evidente. Desde el momento en que tenemos un estado «democrático» fruto del enorme terremoto histórico que supuso la instauración violenta del fascismo en España (eso que llamamos convencionalmente franquismo), un estado que no ha roto todavía con su pasado (como se ha demostrado recientemente con el caso Garzón, con la sentencia del TC e, históricamente, mediante la constatación de todos los déficits democráticos que jalonan su corta historia, como la Ley Electoral, que impide de facto que la verdadera izquierda llegue algún día, no a gobernar, sino ni siquiera a influir de verdad en el gobierno), un estado cuyos cimientos se asientan en más de 100.000 asesinados políticos (sin contar los muertos de la Guerra Civil), en millones de represaliados, en 40 años de fascismo institucional, no podemos evitar llegar a la conclusión:
    De que quien sostiene, legitima, defiende, justifica el orden político actual no puede dejar de sostener, legitimar, defender, justificar el franquismo, con la boca pequeña, por supuesto, no por activa, sino sí por pasiva.
    Porque no nos engañemos. El hecho clave es la no reivindicación de la democracia asesinada por Franco y sus secuaces. El estado «democrático» español se encuentra flotando en medio de un limbo histórico, no tiene antecedentes, no porque no los tenga, sino porque no los puede tener, si no quiere perder por completo su legitimidad. «De la legalidad a la legalidad». No hay cesura histórica, no hay ruptura política, ni tan siquiera me atrevería a decir epistemológica. El estado español no puede ligarse históricamente a la República, porque eso supondría el fin del orden establecido por la burguesía que echó mano del fascismo para sostenerse como clase en el poder. El estado español, por tanto, sólo puede ligarse históricamente al franquismo, aunque es un pecado original que se oculta lo más que se puede. Por eso los partidos políticos que sostienen el sistema: PP, PSOE, CiU, CC, el PNV (a su manera), etc. son tan franquistas como el que más. No es: el PP es heredero del franquismo y los demás herederos del antifranquismo. No. Son todos franquistas, en el fondo. Porque rompieron con su pasado (y en este caso habría que incluir también al PCE, que se prestó a ello) antifranquista y abrazaron la causa del «aquí no ha pasado nada». Pero sí pasó. Sí está pasando.
    PASA QUE EL PODER OLIGÁRQUICO QUE ENCUMBRÓ A FRANCO AL PODER SIGUE INTACTO, SIGUE GOBERNANDO EL PAÍS.
    Eso es lo que pasa.

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